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Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos

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catalán Rafael Poch resume muy bien la sensibilidad ecologista y anticonsumismo en la grave crisis política,<br />

económica, social y de sentido que hoy vive Europa. La principal tensión, según ellos, radica en la paradoja<br />

implícita en la palabra crecimiento, que hoy aparece como la “solución” y el problema. “Reconocer la<br />

necesidad del gasto para generar un crecimiento a corto plazo [a lo Keynes] no significa que se pueda perder<br />

de vista el gran contexto de la actual crisis, que no es la situación del euro, ni la crisis financiera, sino algo<br />

claramente superior desde todos los puntos de vista. La invocación al crecimiento para salir del agujero,<br />

proteger las conquistas sociales y ponerle coto a la contrarrevolución de la Gran Desigualdad [así llama al<br />

actual desmantelamiento del redistributivo Estado de Bienestar], nos lleva directo al calentamiento global.<br />

[El crecimiento hoy] alimenta la caldera de la insostenibilidad ambiental, es decir agrava la crisis más<br />

genuina y principal, la del cambio global antropogénico. Aunque la solución de la euro-crisis sea lograr el<br />

crecimiento, el problema de nuestra verdadera crisis también es el crecimiento. Si el absurdo actual del<br />

neoliberalismo es pretender salir de la crisis con las mismas recetas y objetivos que la ocasionaron, la<br />

invocación acrítica al crecimiento sin matices participa de la misma contradicción”. (1)<br />

En lo personal me es violento observar cómo el poder se suele apropiar de conceptos cuyo sino<br />

contemporáneo ha sido de origen contracultural. Lo han hecho en Europa con la palabra austeridad.<br />

(También lo han hecho en el mundo con el concepto Economía Verde, que desde hace décadas muchos<br />

reivindicábamos como el único camino de futuro y sustentable -ya volveremos sobre esto, que no es trivial).<br />

Por ejemplo, Frau Merkel hoy posa como adalid de la “austeridad”. Ocurre el absurdo que la mujer que<br />

representa los intereses de los mismos actores financieros que ayer y siempre han promovido la usura, el<br />

consumismo y el crecimiento para todos, que es un modo de vida nada de austero, los mismos que en el<br />

mundo incentivan el consumismo y el crecimiento sobre la base de créditos y “burbujas financieras” ajenas a<br />

la economía real; en la actual euro-crisis se visten de adalides de una “austeridad” entendida como un mero<br />

apretarse el cinturón entre los pueblos de Europa, castigando sus históricas conquistas sociales, con el<br />

objetivo de cautelar que el capital financiero nada pierda y se reconfigure hasta iniciar un nuevo ciclo de<br />

crecimiento en una orgía del consumismo aparentemente sin fin.<br />

Así, la austeridad (nuestro Nicanor dice “Muchos los problemas: única solución: economía mapuche de<br />

subsistencia), un concepto necesario e ineludible para un nuevo y buen vivir, ha mutado hasta llegar a ser al<br />

menos en Europa una palabra desdeñada por la ciudadanía. El poder le ha quitado su original sentido<br />

convocante a vivir en simplicidad voluntaria, a un vivir austeramente, con lo necesario, evitando el<br />

consumismo sin freno que nos tiene al borde del despeñadero. El último Informe Planeta Vivo <strong>2012</strong> reitera<br />

el hecho delirante que “si seguimos con este ritmo el 2030 necesitaremos dos planetas para satisfacer<br />

nuestra demanda de recursos naturales”. Hoy ya la biosfera esta siendo incapaz de regenerar lo que<br />

consumimos anualmente (más de un planeta y medio) y menos la avasalladora destrucción de los<br />

ecosistemas. (2)<br />

Por eso, en el actual debate europeo el mismo Poch reivindica a “la austeridad, no como medio para<br />

maximizar beneficios e incrementar la desigualdad, sino como un paradigma de cambio hacia energías<br />

renovables, nuevos valores y, por lo menos en los países ricos, hacia un modo de vida más modesto, que no<br />

sólo es deseable, sino fundamental. Sin la austeridad, sin un relativo empobrecimiento de los más ricos<br />

globales que disminuya la demanda de recursos naturales y la generación de residuos, no hay salida de la<br />

crisis de civilización. Comprender eso determina que nuestro recurso al crecimiento sea muy táctico y muy<br />

dirigido al corto plazo, mientras que el objetivo estratégico debe ser más bien lo contrario: al decrecimiento,<br />

o como dice Herman E. Daly, a una economía de estado estacionario”.<br />

Dicho en simple: no habrá una nueva economía ecológica, economía verde –y no uso el concepto solo a la<br />

manera unilateral del PNUMA- o economía de estado estacionario, llámese como se le quiera nominar, sin<br />

equidad social y una nueva lógica distributiva, no para incentivar el consumismo, sino para redistribuir los<br />

bienes y servicios. El cambio energético y económico es en pos de un nuevo vivir: en simplicidad voluntaria,<br />

en reciclaje y en una desmaterialización de la economía (esto es, reorientar los focos productivos hacia la<br />

reutilización y reconfección de los materiales que hoy circulan en el mundo; léase productos y recursos ya<br />

extraídos).

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