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Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos

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el deber ético de incentivar todos los gestos reales de cambios en el modo de vida, provenientes de diversos<br />

actores y en todos los lugares. Todo suma.<br />

Por ello, en esta inédita encrucijada histórica, me resulta inquietante el crispado y a veces retórico debate<br />

en torno a la propuesta en pos de una Economía Verde impulsada por el PNUMA; debate que a veces se<br />

hace en el añejo y excluyente estilo del todo o nada entre actores ideologizados de distinto signo. Ya lo dije,<br />

no soy ciego ante el hecho que al cooptar el espíritu de un concepto (en este caso la Economía Verde, que<br />

en su ya añoso origen fue instalado por el ecologismo), los avaros del mundo quieren perpetuar el<br />

consumismo, la acumulación y relaciones en la competencia e inequidad, justo cuando ese modo de vivir<br />

históricamente muere y a todos nos quiere arrasar consigo.<br />

Es lo mismo que en su momento ocurrió con el concepto sustentabilidad intergeneracional, que ayer nació<br />

en los bordes sociales de los sesenta y aún hoy es un desafío vital; pero que fue desprovisto de algunos de<br />

sus sentidos luego que el mundo oficial construyera el concepto desarrollo sustentable, con todos sus vacíos<br />

e ineficacias. En uno u otro caso, el poder así ha querido hacerse cargo de la crisis ecológica. Y lo ha hecho<br />

de la única manera que sabe, desde la inercia de la modernidad: tratando de perpetuar inequidades<br />

sociales, abriendo nuevo flujos de inversión al capital e incluso a privatizar –poniendo precio- al aire, el agua<br />

y todo lo que antes eran bienes ambientales públicos. Eso, sin duda, ha sido así. No verlo sería una ceguera.<br />

Pero también es una ceguera no reconocer que igual siempre algunos cambios pro-sustentabilidad esas<br />

nuevas prácticas del poder conllevan y, además, abren oportunidades para participar en sus intersticios,<br />

obviamente que sin dejar de lado la permanente innovación contracultural y ecológica. El hecho es que han<br />

sido conceptos instalados por el ecologismo en las últimas décadas los que una y otra vez terminan siendo,<br />

en algunas dimensiones, incluso aceptados por los ayer detractores más acérrimos. Entre esos detractores,<br />

además del más visible, no olvidemos que hasta hace poco también estaban sensibilidades de la izquierda<br />

moderna, a lo China y antes lo hicieron Rusia y aliados; claro que no pocas veces quienes heredan esa<br />

mirada lo hacen aún anclados tradicionalmente en lo social, conllevando añejas ideologizaciones a los<br />

actuales procesos y urgencias históricas, de nuevo signo y estilo).<br />

Reitero, antes escribí que me es violenta la manipulación y asimilación desde el poder de conceptos como<br />

austeridad, economía verde y otros, y como sus mismos constructores históricos (soñadores y líderes<br />

ciudadanos) al final les terminan sin más abandonando. Recordemos que en el caso del concepto Economía<br />

Verde (o como se decía más sofisticadamente hace algunas décadas, en el origen, Economía Ecológica),<br />

ambos –a veces en sinonimia- surgieron y se comunicaron en los setenta-ochenta en círculos ciudadanos,<br />

académicos y contraculturales, como un emergente antídoto a la actual crisis y dando cuenta de nuevas<br />

ideas sobre la base del pensamiento sistémico y en red. Su patrón era el sueño y deseo de instaurar un<br />

nuevo modo de vida económica (que cautelará la red de la vida), que pusiera fin a la antigua lógica del<br />

crecimiento económico ilimitado y a la burda creencia asociada de que los impactos de la actividad en la<br />

biosfera eran simples externalidades; esto es, una lógica mecanicista y de compartimentos estancos que nos<br />

llevaba directo a una autodestrucción, y por ello, ya en los años setenta –pos Informe del Club de Roma- el<br />

crecimiento económico ilimitado carecía de toda lógica.<br />

Incluso podemos ir más atrás aún. Uno de los primeros autores que planteó las bases para desarrollar una<br />

visión económica sobre principios distintos a las “externalidades” de los economistas clásicos modernos (de<br />

Smith a Marx), entre otros, fue el físico y socialista ucraniano Sergei Podolinsky. Engels, lúcido como era, en<br />

su momento valoró su obra; pero cuestionó el hecho que Podolinsky “mezclara la economía con la física”. El<br />

ecologista español Joan Martínez Alier, a propósito de ese debate y del mecanicista comentario de Engels,<br />

ha reflexionado que en ese momento se perdió la oportunidad de desarrollar un “marxismo ecológico” (5).<br />

Más allá de compartir la crítica de Martínez Alier respecto a lo no ecológico que fueron las obras del<br />

socialismo real, lo cierto es que resulta imposible revisitar a la Historia como ficción (sin caer en el género de<br />

la Ucronía). Es decir, es imposible observar la conducta humana ajena a las condiciones de contexto. No<br />

olvidemos que Engels & Marx, con independencia de sus notables aportes en la comprensión de la Historia y<br />

en la relación humano-naturaleza, fueron por sobre todo hombres de su época, muy modernos, y, en tanto

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