Lecturas Tercera Agosto 2012 - Insumisos
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Si la calle fue en los primeros años de la Salvatrucha un espacio relativamente libre en el que abrirse camino,<br />
la cárcel se convirtió en el verdadero espacio de socializac ión para esos nuevos migrantes. Como una<br />
procesadora de carne que te convierte en lo que el sistema te dice que eres, la cárcel acabó de educar en la<br />
lógica pandilleril de Los Ángeles a los miembros de la Mara.<br />
Si el sistema te dice que eres como los demás, un pandillero latino, tú lo asumes y te vistes como lo que te<br />
han convencido que eres: un pandillero latino.<br />
Para 1985 la mayoría de clicas de la MS habían dejado atrás la estética, la identidad y el apellido stoner y en<br />
los años siguientes se fueron integrando en la rutina de la venta de drogas a pequeña escala, o<br />
extorsionaban a los dealers de su zona. Dominar la calle no tenía sentido si no se podía obtener beneficio<br />
económico por ello. Competir con otras pandillas era querer ganar en todas las categorías: presencia,<br />
control, violencia... dinero. La Chele recuerda cómo los homies que salían de la cárcel iban aleccionando a<br />
los nuevos en las artes de la intimidación y el poder, aprendidas en largas conversaciones de celda. Ella<br />
misma, a la salida de una breve estancia en un penal, se encargó de poner orden en su clica, que según ella<br />
perdía dinero porque solo cobraba el impuesto a los vendedores de droga una vez a la semana.<br />
─El homie que había estado encargado me dijo: “¿Como venís de la pinta creés que podés mejorar la<br />
teoria?”, y yo le dije: “Simón, la renta se cobra cada dia, y además los traqueteros te miran a leguas llegar<br />
con esa troca roja tuya, se te esconden y por eso no apañas nada.”<br />
─¿Explicaron las nuevas reglas a los dealers?<br />
─Ellos ya sabían cómo era la onda. Pero se les dejó decidir: si querían vender droga en territorio de la<br />
pandilla debían pagar renta, o se podían ir a otro territorio. Siempre tiene que haber más de una opcion; sin<br />
eso el ser humano no dispone de, digamos, voluntad. Y la voluntad es lo que realmente nos separa de las<br />
bestias.<br />
─¿No hubo quién se resistió a pagar a diario?<br />
─Siempre lo hay, pero cuando alguien abre un negocio sin registrarse en el Ministerio de Hacienda tarde o<br />
temprano llega alguien a pedirle el tributo. Hubo que dar algún castigo ejemplar, claro, de la misma manera<br />
que un padrote cachetea una prostituta para dar un ejemplo o que una monja en un orfanato golpea las<br />
manos de un huerfano con la biblia... Creeme, todo en las pandillas es un reflejo de la sociedad.<br />
─¿La mara mató a alguien para dar ejemplo?<br />
─Eso te lo puede contestar mejor la Policía... La violencia es mala para el negocio, pero nadie dijo que estos<br />
locos tenían un MBA (Master in Business Administration).<br />
La Mara había conservado el símbolo de los cuernos metaleros, al que ahora los salvatruchos llaman “la<br />
garra”, pero sin tiempo apenas para disfrutar su adolescencia era ya una pandilla adulta. Tenía al menos 12<br />
clicas en el Centro-Oeste de Los Ángeles, entre las que destacaban la Normandie, la Hollywood, la Leeward y<br />
la Western.<br />
Había cultivado en el vecino Valle de San Fernando una clica más, especialmente díscola y desafiante, la<br />
Fulton, que rápidamente creció y se ganó respeto entre sus iguales. Esa clica que algunos años después iba a<br />
liderar Ernesto Deras, Satán.<br />
La Salvatrucha tenía ya incluso un primer mártir, asesinado ese mismo año, 1985, en el parqueo posterior<br />
del Seven Eleven de la James M. Wood Street. En ese mundo, matarte es de alguna manera aceptarte, dejar<br />
claro que se te considera parte del juego de la guerra por las esquinas. El apodo del primer MS muerto en las<br />
guerras entre pandillas, un apodo todavía stoner, era Black Sabath.