revista número 16 - ARTE, ARQUEOLOGÃA e HISTORIA
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con sendos ciclos dedicados a Dante, Ariosto y Tasso,<br />
homenaje a la épica de los ilustres. Estos trabajos fueron<br />
muy admirados por sus coetáneos.<br />
De ellos han quedado numerosos testimonios que<br />
dan fe de su insólito prestigio. Thorvaldsen, Canova e<br />
Ingres promovieron encargos para los nazarenos. Ya en<br />
1819 la Hermandad celebró una exposición en el Palacio<br />
Caffarelli que acreditó a estos artistas piadosos como el<br />
frente dominante de la pintura romana. En poco tiempo<br />
lograron, por así decir, colocar un nuevo filtro en la visión<br />
artística de Roma y de la tradición clasicista italiana. El<br />
ambiente romano parecía entonces tener los rasgos de<br />
un ingenuo pesebre navideño trazado con los estilismos<br />
propios de la remota y ahora estereotipada tradición de<br />
los primitivos <strong>16</strong> .<br />
La gran expansión del purismo historicista se produjo<br />
en los años treinta. Los encantos de la pintura nazarena<br />
consiguieron subyugar a media Europa. Museos, iglesias,<br />
tribunales, y cualesquiera lugares urbanos propicios<br />
a la autorrepresentación burguesa se llenaron de las<br />
gloriosas composiciones historicistas. Los nazarenos<br />
fueron llamados a Munich, Francfort, Düsseldorf, Viena<br />
y otras ciudades con importantes encargos artísticos, y<br />
algunos de ellos se incorporaron a las Academias. Munich<br />
se convirtió en un destacadísimo centro del historicismo<br />
con los ciclos murales realizados por Schnorr y Cornelius.<br />
Julius Schnorr von Carolsfeld también practicaría como<br />
no podía ser de otro modo, la pintura bíblica. En las<br />
bodas de Caná, remite al momento del milagro, una de<br />
las constelaciones evangélicas de la epifanía. Entre los<br />
músicos y espectadores están retratados familiares del<br />
artista e integrantes de la Hermandad de San Lucas.<br />
La composición estricta, la diafanidad estructural, la<br />
figuración, el colorido y las arquitecturas reconstruyen<br />
modelos quattrocentistas, especialmente Carpaccio,<br />
Gozzoli y Fran Angélico. La distancia con respecto a la<br />
realidad, el escapismo historicista, resultaba necesario<br />
para la representación religiosa, según el pintor, que por<br />
otro lado, hará citas casi literales de Rafael 17 . Los murales<br />
de Schnorr carecen de cualquier cohesión interna con<br />
la arquitectura 18 .<br />
En 1826, Wilhelm von Schadow, después de un<br />
breve profesorado en Berlín, fue nombrado director de<br />
la Academia de Düsseldorf, pero antes llegó a Roma<br />
con su hermano Rudolf, escultor y fueron acogidos en<br />
la Hermandad de San Lucas, a la que estaba ligado<br />
Thorvaldsen, que es representado en un cuadro de<br />
Schadow junto a ellos. En dicho cuadro se muestra<br />
el gesto de fraternidad entre artistas y la unidad de<br />
pintura y escultura, en el sentido que pretendían los<br />
nazarenos. Thorvaldsen se sitúa en el centro, con el<br />
laurel en la mano como signo de la fama. Todos llevan<br />
sus instrumentos de trabajo, al que parecen entregarse<br />
como a una empresa mesiánica. Este cuadro de Schadow<br />
es para Buendía y Gállego símbolo de la reconciliación<br />
igualitaria de escultura y pintura, tras tantos años de<br />
tiranía de la primera por las leyes de Winklemann 19 . Entre<br />
los alumnos de Wilhelm von Schadow en Dusseldorf<br />
estarán artistas como K. F. Lessing y K. J. Begas, que se<br />
convertirán en grandes figuras del historicismo. El ideario<br />
nazareno, pese a sus premisas originarias, se adaptaba<br />
perfectamente a las estériles maneras académicas,<br />
y su gusto, con variantes, se impuso de hecho en los<br />
grandes centros artísticos oficiales. Además, la pintura<br />
y la arquitectura historicistas se desarrollaron a la par<br />
que la historiografía artística.<br />
En Italia se dejó notar su impronta en muchos<br />
artistas. Ya nos hemos referido al escultor Bartolini.<br />
El pintor Tommaso Minardi (1787-1861), muy próximo<br />
a Overbeck, ejerció la docencia en Perusa y en Roma<br />
y fue uno de los nazarenos italianos destacados que<br />
contó con más discípulos. A su misma generación<br />
pertenecían F. Saraceni, O. Tebaldi y O. A. Baruffaldi.<br />
El sincretismo historicista de raíz nazarena, muy bien<br />
acogido por el Vaticano revanchista de la Restauración,<br />
afectó profundamente al panorama artístico de Italia<br />
hasta la época de los macchiaioli o realistas toscanos.<br />
No olvidemos que existen derivados tardíos, como la obra<br />
de Francesco Hayez. Antonio Bianchini fue el autor de<br />
un Manifiesto del Purismo (1843) que sirvió de catecismo<br />
para esta corriente.<br />
En España el nazarenismo no provocó grandes<br />
adhesiones, salvo en los idearios de P. Milá i Fontanals<br />
y en algunos artistas catalanes como Lorenzale y J.<br />
Espalter, o, más tardíamente, en un Manuel Domínguez<br />
(1840-1906). Pero en Inglaterra las consecuencias de<br />
esta moda son colosales. William Dyce (1806-1864) y<br />
Charles Lock Eastlake (1793-1865), simpatizantes de la<br />
Hermandad, serían los iniciadores. La mitología patrióticoreligiosa<br />
de los ciclos murales nazarenos de Munich fue<br />
la gran referencia a la hora realizar una decoración de<br />
similares intenciones en el nuevo edificio del Parlamento<br />
de Londres. Ellos serían los principales responsables<br />
de este trabajo, y promotores de un tipo de pintura que<br />
alcanza igualmente a Ford Madox Brown y al movimiento<br />
prerrafaelista, emblema de la Inglaterra victoriana. Entre<br />
los seguidores franceses del nazarenismo romano se<br />
encuentran discípulos de Ingres, como H. Flandrin, y<br />
otros que habían comenzado ya con el estilo trouvadour<br />
de Pierre Révoil, como Víctor Orsel, seguido de Louis<br />
Janmot. La expansión del purismo nazareno en Francia<br />
cobró fuerza sobre todo en los años treinta, y fue un<br />
movimiento católico al que no escatimó simpatías la<br />
monarquía, ni la Iglesia, que le colmó de encargos. Su<br />
gran protector fue el conde de Montalembert, escritor,<br />
historiador e ideólogo de la Restauración y que era<br />
un simpatizante del historicismo alemán. Formó -se<br />
dijo- una falange de artistas cristianos [...] opuestos a la<br />
escuela romántica, que debía ser la de los innovadores<br />
de entonces 20 .<br />
Arte, Arqueología e Historia<br />
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