revista número 16 - ARTE, ARQUEOLOGÃA e HISTORIA
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inevitable y ser el paso preciso para la tan ansiada<br />
salvación personal. La preparación para el mejor tránsito<br />
a la otra vida era el testamento, donde el interesado<br />
reflejaba sus compromisos espirituales con parroquias,<br />
conventos, cofradías y asociaciones a las que pertenecía,<br />
así cómo los materiales con deudores, acreedores y<br />
herederos 7 .<br />
Ésta era la forma más habitual de redactar las<br />
últimas voluntades, reflejando una serie de prioridades<br />
y deseos de una forma jerarquizada. Podía suceder<br />
que el interesado diera un poder a una persona de su<br />
confianza ante escribano público, que le facultaba para<br />
expresarla, como hizo don Antonio Valera Roldán el <strong>16</strong><br />
de mayo de 1736 al dar ese mandato a su hijo don Juan<br />
Santos Valera Roldán, quien lo otorgó en su nombre el<br />
22 de agosto de 1736 8 .<br />
Sin embargo era mucho más habitual que se<br />
hiciera personalmente por alguna de las dos formas<br />
que enunciamos seguidamente 9 . Los abiertos, que eran<br />
dictados por el otorgante y redactados por escribano<br />
público. El cerrado u ológrafo, en los que el testador lo<br />
escribía de su propia mano, se cerraba en presencia de<br />
siete testigos que firmaban la cubierta sellada envolvente,<br />
y que hasta su fallecimiento no se podía abrir, y entonces<br />
se presentaba ante el escribano que lo protocolizaban<br />
en su registro de escrituras, para proceder entonces a<br />
su ejecución.<br />
La gran mayoría eran abiertos, pues los ológrafos<br />
exigían un nivel cultural elevado que escaseaba en la<br />
época, y que por entonces alcanzaban solamente algunos<br />
miembros del clero o la nobleza, o que trabajaban en algún<br />
organismo público como juzgados o ayuntamientos.<br />
De lo dicho hasta ahora resulta la importancia de<br />
preparar de forma adecuada el paso a la otra vida, cosa<br />
que se hacía de forma meticulosa en los testamentos,<br />
donde se dejaba preparado hasta el último detalle de<br />
este tránsito, y en la que no cabía la improvisación,<br />
procurando que su telón de fondo tuviera siempre<br />
referencias religiosas. Además los rituales mortuorios<br />
servían para colocar a cada persona en el lugar social<br />
que le correspondía, marcando las correspondientes<br />
distancias derivadas de su pertenencia a distintos<br />
estamentos. Lo dicho suponía ratificar las categorías<br />
personales, pues frente al hecho social de la muerte,<br />
las declaraciones de última voluntad servían de guión<br />
literario que individualizaba a cada uno y lo distinguía de<br />
la gran masa de población, facilitando el poder alcanzar<br />
la fama eterna.<br />
Éste era el instrumento jurídico que facilitaba la<br />
entrada en el Cielo, pues las misas, mandas pías, y obras<br />
caritativas que recogía, hacían más corta la dura estancia<br />
en el Purgatorio, y es el material de trabajo imprescindible<br />
que nos permite conocer de forma precisa no solo las<br />
manifestaciones de religiosidad popular de la época, sino<br />
también la escala de valores de la sociedad, reflejando las<br />
mentalidades de todos los estamentos sociales, siendo<br />
muchos los trabajos de esta naturaleza que han visto la<br />
luz pública en los últimos años 12 .<br />
También refleja la relevancia de la religión en todos<br />
los ámbitos del devenir cotidiano, pues no se limitaba<br />
La estancia de don Juan Santos Valera Roldán<br />
en un colegio mayor, le proporcionó la preparación<br />
suficiente para dejar constancia de su postrera voluntad<br />
de forma ológrafa, pero prefirió que fuera recogida por el<br />
escribano del cabildo Mateo Gómez Moreno, otorgando<br />
su testamento en Doña Mencía el 28 de septiembre<br />
de 1739 10 , y aunque el original no se conserva en los<br />
protocolos notariales de su oficio, disponemos de un<br />
traslado que encabeza su testamentaría fechado el 21<br />
de mayo de 1759 11 .<br />
Los valores de la mentalidades colectivas de la época<br />
se reflejan en los rituales sacralizados que acompañaban<br />
a la muerte, que a diferencia de hoy, se consideraban<br />
como el paso a la salvación eterna tras la liberación de<br />
las miserias de la vida terrenal. Era una época en la<br />
que la religión jugaba un papel central y determinante,<br />
dulcificando las miserias del devenir cotidiano de la gran<br />
mayoría de la población, caracterizado por las injusticias<br />
y dureza de las condiciones de vida que le afectaban,<br />
y servía para aliviar las muchas tensiones que estaban<br />
latentes bajo la aparente paz social.<br />
Arte, Arqueología e Historia<br />
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