revista número 16 - ARTE, ARQUEOLOGÃA e HISTORIA
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La Villa de Torremilano, doze Soldados,<br />
La Villa de Poçoblanco, treinta y cinco Soldados,<br />
La Villa de Torrecampo, doze Soldados,<br />
La Villa de Pedroche, diez Soldados,<br />
La Villa de Villanueba de Córdoba, diez y seis<br />
Soldados,<br />
La Villa de la Añora, siete Soldados,<br />
La Villa de Torrefrancia, dos Soldados,<br />
La Villa de la Conquista, vn Soldado,<br />
La Villa de Santofimia, tres Soldados.<br />
Tiene esta Compañía nouenta y ocho soldados”<br />
c) Y una tercera en la que se le ordena que entregue el<br />
“quatro por ciento de todos los arbitrios que ubiere<br />
en esta villa(...)”<br />
De todo lo cual da fe el Escribano Público, Antonio<br />
de la Torre.<br />
No sabemos si saldría de Conquista el voluntario<br />
requerido por las Milicias o tendría el pueblo que pagar<br />
su equivalente en “dinero” : 50 escudos. Pero sí sabemos<br />
que la suerte no es favorable a las Armas españolas y<br />
que, por ello, las levas siguen siendo necesarias y los<br />
dineros siempre son insuficientes para satisfacer las<br />
exigencias de la guerra.<br />
“(...) la Empresa de Portugal (...) ahora necesita “(...)<br />
la compra y remission de quatro mil cauallos y sillas,<br />
para la remonta de la Caualleria de mis Exercitos contra<br />
Portugal (...)” dice el Rey en una Real Cédula dada en<br />
(...)” Madrid a diez y seis días del mes de Febrero de mil<br />
y seiscientos y sesenta y tres (...)” 27<br />
Para reunir los “(...) ciento y sesenta y dos quentos<br />
de maravedis (...)” que se necesitan, el Monarca recurre<br />
al tradicional trueque del pago “en especie” por su valor<br />
“en dinero”.<br />
Así pues, ordena el repartimiento de los “(...) Mil<br />
Infantes que tocan a (Córdoba) y su Sargentía”, pero ahora<br />
autoriza al Corregidor, D. Antonio Seuil de Santelices,<br />
a que dé a conocer “(...) que mi voluntad es, que todas<br />
las Ciudades, Villas y Lugares, que tuuieren por mayor<br />
beneficio suyo, no seruirme con gente en especie,<br />
cumplirán con dar por cada Soldado a razón de cinquenta<br />
ducados de a onze reales, mitad plata, ò con el premio<br />
en vellón de cinquenta por ciento (...)”<br />
El Rey quiere dinero. Ahora no está dispuesto a<br />
“(...) socorrer, con tres reales cada día” 28 a los soldados<br />
alistados como ofrecía a los milicianos en su R. Cédula<br />
de 17 de marzo de 1.663. En esta ocasión, cada lugar<br />
ha de aportar soldados o su equivalente en dinero y<br />
además “(...) los que elixieren dar gente la han de poner<br />
en el exercito de Estremadura, a su propia costa dentro<br />
de vn mes (...)”.<br />
A lo único que accede es a que sean los pueblos,<br />
a través de su Concejo, los que cambien sus milicianos<br />
por dinero, como forma de que así no sólo se puedan<br />
librar de quintarse los ricos “(...) obligando a los menos<br />
poderosos a salir a seruir dexando en sus casas a las<br />
personas de más caudal (...)”.<br />
El 19 de mayo de 1.663 sale de Córdoba el veredero<br />
Gabriel Ruiz que trae al alcalde de Conquista, Juan<br />
Pérez, el despacho en el cual se le comunica que “(...)<br />
Ala villa dela Conquista (se le reparte) medio soldado<br />
(...) ò su monto, a razón de cinquenta ducados (...)” para<br />
la composición de milicias con la advertencia de que “(...)<br />
dentro de tres días (...) elixan si quisieren dar la gente,<br />
que les toca por repartimiento, en especie, ò reducirla a<br />
dinero (...)” con apercibimiento de que pasados “(...) no<br />
hauiendo cumplido, se despacharán personas, con días,<br />
y salarios a su cobrança, y también de lo que se deuiere<br />
atrasado (...) 29 .<br />
Nos tememos que el cabildo conquisteño tuvo que<br />
pagar sus 25 ducados por no sortear a su “mozo” y no<br />
disponer de forastero, tal vez, un tanto holgazán, para<br />
quitárselo de en medio al tiempo que se cumplía con la<br />
obligación de entregar un hombre al ejército.<br />
Sabemos, eso sí, que la necesidad de nuevos<br />
soldados continuó año tras año, puesto que las guerras<br />
no tenían fin. La Guerra de Portugal, entre otras, sigue<br />
absorbiendo dineros, armas, soldados y derrotas.<br />
El Rey decide como “(...) el remedio más seguro (...)<br />
(y) más vnico y de mayor conveniencia para mis vasallos,<br />
que (...) se ajuste el servicio de quatro tercios de a mil<br />
hombres cada vno. (...) el vno de ellos à de correr por<br />
quenta de esta Ciudad (de Córdoba) y lugares de su<br />
Reyno, y de la de Granada (...)”.<br />
Pero esta vez, con veteranos que ni huyan<br />
ni se porten cobardemente puesto que “(...) que es<br />
precisamente necessario asentar una buena parte<br />
della (de la Infantería) servicio en quien concurran las<br />
circunstancias de Soldados de experiencia, que persista<br />
en el de la guerra (...) excluyéndole (por tanto) con ello<br />
à la gente de Milicias (...) y también la de Levas, por ser<br />
una y otra visoña, y por esta causa ser inútil (...)<br />
Así, pues, puesto que ningún lugar se puede “ (...)<br />
escusar (...) de la saca de jente (...)” y para evitar que “(...)<br />
los lugares se (vayan) despoblando, y reciviendo mucho<br />
daño, y perjuyzio en la saca de jente que es forçoso<br />
hazerle cada año mientras (esté) viba esta guerra (de<br />
Portugal) (...)”, lo mejor es “(...) que haya Tercios de pie<br />
fixos de Españoles (...)”.<br />
En consecuencia y con el objetivo de estimular el<br />
alistamiento de veteranos, se conceden “(...) algunos<br />
alivios de consideración a los lugares que así sirvieren<br />
Arte, Arqueología e Historia<br />
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