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revista número 16 - ARTE, ARQUEOLOGÍA e HISTORIA

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Ildefonso Robledo Casanova<br />

En los misterios órficos la culminación del proceso de<br />

iniciación suponía que tras la muerte el alma del difunto<br />

fuese capaz de alcanzar el estado de bienaventurado,<br />

que implicaba una vida eterna de felicidad en compañía<br />

de la divinidad, algo que solo podía ser alcanzado por<br />

aquellos en los que se cumplían tres requisitos. De un<br />

lado, tenían que haber llevado una existencia piadosa<br />

en su existencia en este mundo; de otro, era necesario<br />

que hubieran asimilado y vivido las enseñanzas secretas<br />

que se impartían en los misterios. Finalmente, resultaba<br />

también imprescindible que tras la muerte el espíritu<br />

del fallecido fuera capaz de conservar la memoria y<br />

recordar que en él se encierra un componente inmortal<br />

que se distingue por participar de la propia naturaleza<br />

de la divinidad.<br />

En este estudio pretendemos comparar las creencias<br />

órficas acerca de la reencarnación del alma del hombre<br />

tras la muerte con las ideas que sobre esta materia<br />

expuso Platón en su obra Fedón, en la que nos transmitió<br />

las creencias que acerca de la inmortalidad del alma<br />

habría desarrollado su maestro Sócrates.<br />

En esta obra Sócrates se nos manifiesta como un<br />

filósofo que ha dedicado su vida a prepararse para lo que<br />

ha de acontecerle tras la muerte, idea que impregnaba<br />

igualmente la vida de los místicos del Orfismo; por ello no<br />

solo no temerá su próxima muerte sino que no dudará en<br />

proclamar que ansía su llegada. Sócrates es consciente<br />

de que gracias a la muerte podrá acceder a ese “hermoso<br />

premio” que suponen las bellas moradas del más allá,<br />

tan difíciles de describir para el hombre.<br />

A lo largo del estudio tendremos oportunidad de<br />

citar diversos textos órficos, para lo que utilizaremos la<br />

edición de los mismos publicada por A. Bernabé (2004),<br />

cuya numeración indicaremos en cada caso.<br />

El origen del alma<br />

LA REENCARNACIÓN EN GRECIA<br />

LOS TEXTOS ÓRFICOS<br />

Y LAS CREENCIAS DE PLATÓN<br />

Y puede ser que los que nos instituyeron las iniciaciones no sean gente inepta,<br />

sino que en realidad se indique de forma simbólica desde antaño que quien llegue al<br />

Hades no iniciado y sin haber cumplido los ritos “yacerá en el fango” pero el que llega<br />

purificado y cumplidos los ritos, habitará allí con los dioses.<br />

Phaed. 69c, Platón Textos Órficos (T 69-III), A. Bernabé<br />

ser más o menos larga podría conseguir recuperar esa<br />

esencia divina y reintegrarse nuevamente en el éter.<br />

Filósofos posteriores como Aristóteles afirmaban<br />

que en los llamados poemas órficos (T-54 de Bernabé)<br />

se decía que el alma, que procedía del universo exterior,<br />

llegaba a nuestro mundo arrastrada por los vientos<br />

y penetraba luego en nuestro cuerpo a través de la<br />

respiración. Esta idea de que la divinidad ha creado los<br />

vientos para que traigan el aire que penetrando por la<br />

nariz llena de vida, es decir anima, a hombres y animales,<br />

era sostenida por los antiguos egipcios, de los que<br />

posiblemente pudo ser tomada por los órficos griegos.<br />

En sintonía con esas creencias pensaban también<br />

los clásicos que cuanto el hombre moría, en su último<br />

suspiro, el alma salía por su boca y abandonada el cuerpo.<br />

Una versión poética de esta creencia la encontramos en<br />

el Arte de Amar de Ovidio, en un episodio en el que el<br />

poeta nos narra las funestas consecuencias que pueden<br />

acarrear los celos, todo ello en relación con el drama<br />

mítico de Céfalo y Procris. Veamos ese momento en<br />

que Procris muere atravesada accidentalmente por la<br />

jabalina de su amado Céfalo:<br />

En las creencias órficas el alma tendría sus raíces<br />

en el éter, que era el espacio celeste más elevado y<br />

puro, donde residía la divinidad. El alma venía de esa<br />

divinidad y se encarnaba en la materia, pero después<br />

de un proceso de purificación cuya duración habría de<br />

Orfeo y Eurídice abandonan el Hades.<br />

Arte, Arqueología e Historia<br />

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