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Mercedes MacGregor de Flores Alatorre, Inspectora de Instrucción Primaria, con<br />
Porfirio Díaz y Justo Sierra.<br />
El positivismo, como corriente filosófica preponderante<br />
durante el Porfiriato, apoyó el marco legal liberal al<br />
confinar a la mujer al ámbito privado; mientras el liberalismo<br />
reforzaba la separación de las esferas en las leyes, los<br />
positivistas, mediante la publicación de libros y artículos, se<br />
afanaban en demostrar la menor capacidad intelectual de<br />
las mujeres, sustentándola en tratados médicos, filosóficos y<br />
políticos, para justificar su exclusión de la vida pública: del<br />
sistema de enseñanza superior dirigido a los hombres y del<br />
trabajo, por no hablar de la política: “la inferioridad de su<br />
inteligencia y de su carácter la colocará por necesidad, en<br />
una posición subalterna respecto del sexo masculino […]<br />
su gran fuerza de voluntad consiste […] en sobreponerse a<br />
la dificultad de obedecer”. 3 La obediencia, la docilidad y<br />
el pudor eran virtudes que la jerarquía patriarcal buscaba<br />
resaltar para mantenerlas subordinadas.<br />
El modelo de mujer ideal propuesto por el positivismo<br />
estaba dirigido a la mexicanas de clases media y<br />
alta de la sociedad porfiriana, por lo tanto, distaba de la<br />
gran mayoría de la población femenina, inmersa en condiciones<br />
materiales que la enfrentaban a duras jornadas de<br />
trabajo para subsistir. Su situación contradecía el discurso<br />
positivista que interpretaba el trabajo femenino como una<br />
circunstancia anormal, que debía combatirse mediante<br />
reformas económicas que mejoraran la condición material<br />
de las familias. En cuanto a la educación, tanto positivistas<br />
como <strong>liberales</strong> apoyaban la ilustración de las mujeres,<br />
siempre que con ello no transgredieran los papeles que les<br />
correspondían como madres y amas de casa; de hecho, su<br />
instrucción debía estar dirigida a perfeccionar su tarea, proporcionarles<br />
conocimientos necesarios para el desarrollo<br />
humano, pero sin ponerlas fuera del margen de su misión.<br />
Durante el Porfiriato, un gran número de mujeres<br />
se incorporó a las actividades docentes, prueba de ello fue<br />
la creación de la Escuela Nacional para Profesoras. Esta<br />
profesión, junto con la enfermería, se consideraban trabajos<br />
respetables y adecuados para ellas en tanto que sus<br />
funciones eran vistas como una extensión de las actividades<br />
del hogar y de la maternidad: educar y cuidar de los otros.<br />
Mientras las profesiones se mantuvieran ligadas simbólicamente<br />
a la función doméstica y maternal que les eran<br />
propias, fueron socialmente aceptadas, lo cual impulsó su<br />
crecimiento. El mayor acceso a la educación creó espacios<br />
que las llevaron a cuestionar su papel dentro del matrimonio<br />
3 Horacio Barreda, citado en María de Lourdes Alvarado Martínez Escobar<br />
(comp.), El siglo xix ante el feminismo. Una interpretación positivista,<br />
México: unam/cesu, 1991, p. 61.