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cuarenta. En 1946, 11% de los artículos procedentes del extranjero
eran bienes de consumo durables como lavadoras,
refrigeradores, radios, automóviles, etcétera. 84 Entre 1945
y 1947 se introdujeron al país 45 900 refrigeradores,
20 650 lavadoras y 1 260 276 pares de medias de
nylon. 85 Estas importaciones se redujeron a 7% en 1950, 86
pues comenzaba a gestarse una producción nacional; a
mediados de esta década ya se producían en el país todo
tipo de electrodomésticos (máquinas de coser, aspiradoras,
acondicionadores de aire, ventiladores, batidoras). 87
José E. Iturriaga, politólogo y estadista, estaba convencido
de que la invasión de electrodomésticos permitía
que las mujeres ya no se dedicaran al hogar ni a la familia
y le dieran prioridad a otras actividades; por ello advierte
que se debían evitar los engaños de “influencias extrañas,
encubiertas de progreso tecnológico”. 88 El estadista aseguraba
que ello promovía la relajación moral respecto a las
conductas femeninas y una distensión de la presión familiar
sobre las casadas o las solteras, que provocaba el aumento
de divorcios.
Sin embargo, la intrusión de estos aparatos estuvo
acompañada de una importante campaña de comercialización,
principalmente en impresos, que promovía la adopción
de una actitud moderna, ejemplificada en el american
way of life: mujeres empleadas en los servicios (vendedoras,
secretarias, administradoras) o que realizaban estudios
en áreas consideradas femeninas, pero siempre casadas y
redescubriendo los encantos del hogar a través de la mecanización
que les ayudaba a no descuidar sus actividades de
madre y esposa.
84 Tzvi Medin, El sexenio alemanista, México: Era, 1990, p. 116.
85 Ana Cecilia Treviño, “Radios, refrigeradores, relojes y medias para
muchos años”, en Excélsior, 25 de julio de 1947, 1ª secc., p. 1.
86 Tzvi Medin, El sexenio…, op. cit., p. 116.
87 nafinsa, 50 años…, op. cit., p. 153.
88 José E. Iturriaga, Estructura…, op. cit., p. 224.
La naciente industria de los medios masivos de
comunicación junto con sus novedosas técnicas de comercialización,
también promovía los hogares como el lugar
ideal para el desenvolvimiento femenino. La propaganda
publicitaria de cualquier producto destinado a mujeres, las
retrataba como una ensoñadora y tradicional ama de casa,
preocupada por su aspecto físico y por el hogar. 89
En la época circulaban diversas revistas para mujeres
que se ocupaban de difundir una serie de consejos
para el funcionamiento del hogar y la buena apariencia
femenina. 90 En Paquita se aseguraba que la madre era la
responsable de la buena educación de los hijos: “La mujer
es para todos, y ella es la que, para llegar al maravilloso
triunfo hogareño, sacrifica en todos los momentos del día
sus propias predilecciones para acatar las de los suyos”. 91
También se recordaba a la madre que “la naturalidad que
inculques a tu hijo será la conformidad con lo irremediable,
con las leyes divinas, con la condición humana”. 92 En La
Familia podía leerse que las madres modernas eran mujeres
“bien intencionadas que hicieron
estudios serios, que Las revistas femeninas
están ávidas de conocer y
se ocupaban de difundir
una serie de consejos
son amantes del progreso para el funcionamiento
en todas sus formas, que del hogar y la buena
tienen un libro en una apariencia femenina.
Incluían además una serie
mano y cocinan con la
de relatos literarios que
otra”; pero, les advertían propagaban el estereotipo
contra el peligro al educar de la mujer abnegada.
89 Luisa Passerino, “Sociedad de consumo y la cultura de masas”, en
Georges Duby y Michelle Perrot, Historia…, op. cit., p. 394.
90 Elvia Montes de Oca Navas, “La mujer ideal según las revistas femeninas
que circularon en México. 1930–1950”, Convergencia, vol. 10, núm.
32, uaem, p. 147.
91 Paquita, abril de 1946, p. 9.
92 Paquita, mayo de 1957, p. 22.