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liberales-liberadas-2da

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de los años setenta, por ejemplo, la aparición de meseras<br />

en los entonces novedosos expendios de café, muestra los<br />

nuevos criterios de diferenciación sexual del espacio que<br />

dicta el ritmo cotidiano de la ciudad. Asimismo, la pronta<br />

generalización de este empleo, tal como afirmó Juan Pablo<br />

de los Ríos (Nataniel), columnista de El Eco de Ambos<br />

Mundos:<br />

La meseras han sido para (el Café del Progreso) como la<br />

sangre regeneradora para los anémicos, pues han vuelto<br />

la vida al referido establecimiento […]. Ya se hacía<br />

sentir la necesidad de proporcionar al sexo débil algún<br />

nuevo recurso para vivir, y no cabe duda que el más a<br />

propósito es el servicio de esa clase de establecimientos,<br />

el de las tiendas y aun el de los escritorios, donde podrán<br />

encontrar su bienestar por medio del trabajo, muchas<br />

mujeres que hoy tienen que vivir en la miseria más<br />

espantosa o que se entregan a la prostitución […]. 50<br />

La renuencia social a la presencia de las mujeres<br />

en el ámbito público, tiende en algunos casos barreras menos<br />

fáciles de franquear, como la modificación del Código<br />

Civil que, en 1884, disminuye a las mujeres como sujetos<br />

de derecho, e incrementa la subordinación legal para con<br />

sus maridos, padres, e incluso hermanos e hijos (entre ellos<br />

la imposibilidad de contratar y administrar bienes, o ejercer<br />

de manera directa la patria potestad).<br />

La contienda se libra en todos lados, incluida la<br />

sátira. Es el caso de la copla compuesta por JMV, en ocasión<br />

del estreno de la zarzuela “La isla de San Balandrán”.<br />

Inspirada en la leyenda medieval de una mítica isla donde<br />

gobiernan las mujeres, gozó de gran éxito entre la población<br />

que acudía a este tipo de espectáculo. En ella, se hizo<br />

mofa de lo irreal que resultaba imaginar un mundo invertido,<br />

es decir, aquél donde los espacios y las actividades<br />

hasta entonces todavía percibidas como zona exclusiva de<br />

lo masculino, eran ocupados por las mujeres, subvirtiendo<br />

así toda lógica del orden social.<br />

En muy breve tiempo, sin embargo, el nuevo siglo<br />

demostraría que ese mundo “imaginario” era ya tan real,<br />

como imparables los cambios de la demarcación espacial<br />

de la ciudad, y de las formas en que, a partir de entonces,<br />

se daban cita en ella sus habitantes.<br />

Hoy comienzan por meseras, y ya hay encuadernadoras,<br />

mañana habrá cargadoras y también carretoneras,<br />

remendonas y cocheras algunas se volverán […]. Los<br />

que antes tenían calzones vestirán la crinolina, y la raza<br />

femenina se vestirá pantalones, formadas en batallones<br />

a los cuarteles se irán [...]. Ellas se hacen maquinistas,<br />

hagámonos lavanderos, si ellas son talabarteras,<br />

nos volveremos modistas […]. Dejemos nuestros<br />

quehaceres pues ellas nos mantendrán, a esto obligadas<br />

están, puesto que así lo quisieron cuando a México<br />

trajeron la isla de San Balandrán. 51<br />

50 Clementina Díaz y de Ovando, Los cafés en México en el siglo xix,<br />

México: unam, 2006. Pp. 78–80.<br />

51 jmv, “La isla de San Balandrán”, citado por Clementina Díaz, Ibid.

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