liberales-liberadas-2da

200
México se encontró frente a una virtual autosuficiencia
alimentaria; impulsó el crecimiento acelerado del sector
manufacturero y detonó las exportaciones; al comercio exterior
le suministró algodón, café, azúcar, legumbres, frutas y
ganado, logrando que la actividad agropecuaria se convirtiera
en una fuente crucial de captación de divisas. Si bien
de 1935 a 1955 la agricultura fue el sector más dinámico
de la economía nacional, “de 1955 a 1970, el sector de
desarrollo más rápido fue el industrial (electricidad, petróleo
y manufacturas) [En ese lapso] la agricultura disminuyó su
tasa de crecimiento a 3% anual, por debajo del incremento
de la población; en cambio, las manufacturas aumentaron
a 8.6%, mientras la electricidad y el petróleo subieron a
11.6% y a 9.2%, respectivamente”. 2
Asimismo, en el comportamiento de la economía
mexicana, influyeron otros factores relevantes: la protección
ante la competencia externa, el apoyo al florecimiento de
industrias específicas, la política de sustitución de importaciones
y los efectos positivos derivados de la elevación
de la demanda del mercado norteamericano de productos
industriales, la cual se vio favorecida por la participación
de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Durante el sexenio de Miguel Alemán (1946–
1952) las inversiones asignadas a las empresas públicas
(ferrocarriles, pemex, cfe) aumentaron considerablemente.
La importancia de la intervención del Estado fue tanta que
en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines (1952–1958), la
capacidad instalada de la cfe se elevó en 80%. 3 En ese
mismo lapso, pemex aumentó su capacidad de refinación de
petróleo en alrededor de 50%: “el Estado actuaba como
socio y protector en caso de producirse estrangulamientos o
cuando hubiera que reducir riesgos excesivos”. 4
Estrechamente vinculado con el proceso de desarrollo,
los avances económicos también se vieron favorecidos
por la creciente urbanización. La población mayoritariamente
concentrada en el área rural, sistemáticamente
empezó a congregarse en las grandes ciudades. Con base
en las cifras del inegi, la ciudad de México, por ejemplo, en
1940 reunía en su territorio a 9.17% de la población total
del país, y en 1980 llegó a 19.98%.
Mientras el “milagro mexicano” ocurría en el
ámbito de las cifras agregadas de la economía, y en el
buen manejo de la política fiscal, monetaria, comercial y
laboral, el prodigio estuvo acompañado, tal como señala
Roger Hansen, por un incremento veloz y significativo de los
precios, y “una pauta muy inequitativa en la distribución del
ingreso […], en estos últimos treinta años, una gran parte de
la cuenta de la rápida industrialización se ha pagado con
mayores reducciones en el consumo de la gran mayoría de
la sociedad mexicana situada en los últimos peldaños de
la escala de ingresos”. 5 Entre 1940 y los primeros años de
la década de 1970, se abrió considerablemente la brecha
económica entre las clases sociales. La enorme desigualdad
en la distribución del ingreso en México, en buena parte fue
consecuencia de una política de contención salarial.
Desde el punto de vista político, el llamado “milagro
mexicano”, principalmente a partir de 1940, se basó
en un sistema autoritario sustentado en la hegemonía política
del prm–pri, el corporativismo y un presidencialismo
omnipotente que distribuyó discrecionalmente premios y
castigos. Los incentivos individuales y colectivos, se repartían
en función de la capacidad de presión de los distintos
2 Leopoldo Solís, La realidad económica de México: retrovisión y
perspectivas, México: Siglo xxi, 1981, p. 169.
3 Raymon Vernon:, El dilema del desarrollo económico de México,
México: Diana, 1975, pp. 120–125.
4 Ibid., p. 125.
5 Roger Hansen, op. cit., p. 97.