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liberales-liberadas-2da

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73<br />

Sólo hallándose la mujer a la misma altura que el<br />

hombre en conocimientos, podrá levantar su voz<br />

diciéndole: te reclamo mi reivindicación social y civil,<br />

te reclamo mis derechos naturales para poder cuidar de<br />

mí misma y de mis principales deberes, que son los de<br />

la familia, de cuya educación dirigida por mí depende<br />

la sólida cultura de las generaciones futuras. Conozco<br />

el lugar que debo ocupar; yo no soy la esclava, sino<br />

la conductora de la humanidad. Nuestro último deseo<br />

es colocar una partícula de arena en el pedestal del<br />

monumento reservado al perfeccionamiento común de la<br />

especie humana. 25<br />

Una interesante vertiente de esta corriente de opinión<br />

se vislumbra en el proyecto educativo dirigido a las<br />

mujeres impulsado por el temprano protestantismo asentado<br />

hacia mediados de siglo en México. Su propuesta fue guiada<br />

por la insistencia en que era necesario que las mujeres<br />

accedieran a una educación de tipo ilustrada no considerada<br />

como opuesta a la impartición de los “principios de<br />

la más sana moral”. 26 Es interesante también que se reconoce<br />

a las mujeres una calidad política ausente para las<br />

mexicanas en esos momentos: la ciudadanía. La educación<br />

moderna de la población femenina logrará –se dice– formar<br />

mujeres con “espíritus cristianos, ilustrados y patrióticos [...]<br />

sin gazmoñería ni hipocresía” y permitirá hacerlas “aptas<br />

para la vida civil y religiosa”. 27<br />

Sin embargo, a estos planteamientos que podemos<br />

considerar de vena liberal, se suman otros que perpetúan<br />

elementos centrales de las entonces concepciones tradicionales<br />

en la sociedad mexicana sobre la naturaleza femenina,<br />

sobre todo en relación al ya referido papel que las<br />

mujeres deben jugar al interior del núcleo familiar como<br />

responsables de la formación del corazón y espíritu de los<br />

futuros ciudadanos. Tal como se aprecia en la siguiente<br />

opinión:<br />

Hijas del pueblo pobre [...] puestas en salvo por fortuna<br />

ahora, ya sea en la honrosa práctica del profesorado,<br />

o en cualquier otra posición social que les tenga el<br />

destino deparado, poseerán un patrimonio de saber,<br />

virtud y moralidad que nada ni nadie les podrá arrebatar.<br />

De todas maneras serán institutrices de las personas<br />

que las rodean, e iniciadas ya en los misterios de la<br />

providencia y bondad de Dios, no podrán menos que<br />

formar ciudadanos instruidos, virtuosos y de invariables<br />

convicciones, porque aquél que con entendimiento<br />

ilustrado cree en el Dios de los pueblos, tiene fe en la<br />

libertad, en la justicia y en el progreso de la humanidad<br />

[...] propagarán entonces el amor a Dios y el amor a la<br />

patria, y serán por lo mismo, el sostén más eficaz de la<br />

autonomía de su país. 28<br />

25 Laureana Wright de Kleinhans, “La emancipación de la Mujer”, en La<br />

Mujer Mexicana, Revista mensual consagrada a la evolución y perfeccionamiento<br />

de la mujer mexicana, año II , núm. 10, 1905.<br />

26 “Una visita al Colegio Profesional de Señoritas”, El Faro. Órgano de<br />

la iglesia presbiteriana en México, tomo II, núm. 9, 1886.<br />

27 Ibid.<br />

28 Ibid.

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