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liberales-liberadas-2da

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María Lavalle Urbina, juez, durante una sesión en el auditorio. © (19525)<br />

conaculta.inah.sinafo.fn.méxico.<br />

A pesar de que los movimientos feministas se silenciaban,<br />

el número de mujeres participando en la esfera pública<br />

crecía de manera considerable.<br />

sobre todo en el ámbito familiar; en otras palabras, ante la<br />

posibilidad de que las mujeres adquiriesen una responsabilidad<br />

(trabajo o educación) adicional a la doméstica. Por<br />

ejemplo, para el reconocido politólogo de la época José<br />

E. Iturriaga, el hecho de que ellas trabajaran les otorgaba<br />

una actitud de autosuficiencia económica que confería “al<br />

matrimonio una estabilidad menor, pues como se sabe la<br />

solidaridad de la familia radicaba en la dependencia económica<br />

absoluta de la esposa con respecto al marido”. 77 Los<br />

atributos de la vida familiar que, según el autor, se estaban<br />

contaminando por la modernidad eran el fuerte apego a<br />

la tradición, la cohesión y vigorosa solidaridad, el celoso<br />

cuidado del patrimonio, la convivencia de tres generaciones<br />

(abuelo, padres, hijos), la incuestionable autoridad del<br />

jefe de familia y la docilidad absoluta de sus dependientes<br />

(hijos y esposa). 78 Estos argumentos revelan un miedo ante<br />

el posible colapso de la familia (entendida como el eje de la<br />

77 Iturriaga, Estructura, social y cultural en México, México, 1ª edición<br />

facsimilar de la edición fce–nafinsa 1951, inherm, 2003, p. 14. Iturriaga<br />

fue asesor de la presidencia durante las administraciones de Adolfo<br />

Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos.<br />

78 Ibid., p. 12.<br />

sociedad), y planteaban que ello podía evitarse al limitar la<br />

autonomía de las mujeres –consideradas pilar del hogar– a<br />

través del sometimiento y la sujeción económica al marido<br />

que coartaría sus posibilidades de acción, o al menos las<br />

ceñiría al arbitrio y la vigilancia de éste.<br />

Por su parte, el famoso criminólogo mexicano<br />

Alfonso Quiroz Cuarón igualmente tenía la convicción de<br />

que la participación femenina en la vida social podía tener<br />

consecuencias negativas: al abandonar el espacio doméstico<br />

las mujeres debían considerar que “la mala constitución<br />

familiar puede ser el origen de la agresividad infantil. En<br />

todas las formas de disociación familiar: niños ilegítimos,<br />

adulterinos, adoptivos […]”. 79 La obligación de las mujeres<br />

no sólo era dar a luz a los hijos sino educar a los futuros<br />

ciudadanos como sujetos de bien; es decir, al no mantener<br />

un hogar estable la madre se convertía en la responsable de<br />

la procreación de sujetos indeseables y transgresores de la<br />

normas adecuadas de socialización.<br />

AÑOS SOLTERAS CASADAS VIUDAS DIVORCIADAS<br />

1910 2 376 275 2 053 055 659 637 * * *<br />

1920 1 714 039 2 228 253 747 754 111 667<br />

1930 1 668 076 2 252 364 770 449 29 078<br />

1940 1 827 555 2 734 746 782 357 30 285<br />

En México, desde una perspectiva moral, era<br />

generalizada la idea de que al contraer matrimonio las<br />

mujeres que se desenvolvían en otros ámbitos más allá del<br />

doméstico debían renunciar a ellos; esto es, interrumpir sus<br />

estudios, dejar las actividades políticas y trabajar sólo en<br />

79 Alfonso Quiroz Cuarón, La criminalidad en la República Mexicana,<br />

México: unam–iis, 1958, p. 74.

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