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124<br />

Las mujeres en el campo de batalla<br />

La participación de las mexicanas en la lucha armada<br />

estuvo determinada por la dinámica social de su entorno.<br />

La diversidad de roles que ejercieron como apoyo a los<br />

ejércitos, así como el protagonismo que algunas alcanzaron<br />

fueron borrados de la historia oficial por la retórica posrevolucionaria.<br />

La guerra, restringida a los hombres desde<br />

su concepción patriarcal, exaltó las hazañas de los héroes<br />

revolucionarios y redujo a las mujeres al genérico de “soldaderas”,<br />

todas en una sola palabra. Así, la famosa “Adelita”<br />

inmortalizada en novelas, murales y corridos, se convirtió<br />

en el mito que perduró en el imaginario de la Revolución,<br />

resaltando los atributos que la jerarquía patriarcal deseaba<br />

imponer al sexo femenino, 45 o bien, denostándolas como<br />

prostitutas por haber transgredido el orden social vigente<br />

que consignaba su actuación a las labores del hogar.<br />

La soldadera también dio la vuelta al mundo en<br />

las fotografías que fijaron su imagen en la historia de la<br />

Revolución Mexicana. La fotografía de Casasola de la mujer<br />

que se asoma desde el tren es emblemática y ha servido<br />

para ilustrar portadas de libros, acompañar artículos académicos<br />

y periodísticos, cursos de historia, etc. En ella se<br />

ve, más allá de la “soldadera en Buenavista”, un semblante<br />

que expresa temor, desconfianza, zozobra y sobre todo incertidumbre.<br />

Atrás, otras mujeres que cargan a cuestas toda<br />

clase de pertenencias, saben que para sobrevivir no tienen<br />

otra opción que integrarse a la guerra. Verlas en el vagón<br />

del tren no es lo común: la mayoría de las veces viajarán en<br />

45 Sobre el mito de la “Adelita”, ver Gabriela Cano, “¿Es posible hacer<br />

la historia de las mujeres en la Revolución Mexicana?”, en Charles B.<br />

Faulhaber (ed.), México’s unfinished Revolutions, California: University of<br />

California Press, 2011, pp. 11–24.<br />

Soldado federal con su familia (ca. 1915). © (5015) conaculta.inah.sinafo.fn.méxico.<br />

La actividad de las famosas “soldaderas” trascendió la<br />

asignación de roles de género al servir como espías,<br />

correos, contrabandistas de armas y soldadas que<br />

tomaron las armas.<br />

las vigas de abajo, con su carga y sus hijos, porque en el<br />

carro irán los caballos y en el techo los hombres. ¿Qué más<br />

se escondía detrás de las imágenes?<br />

La mayoría de las mujeres que se integró a la lucha<br />

armada provenía de los estratos sociales más bajos; su<br />

participación en muchos casos obedeció a la necesidad de<br />

supervivencia. Muchas lo hicieron por seguir a sus hombres,<br />

padres, hermanos, hijos; otras fueron involucradas por la<br />

fuerza o debido a los desplazamientos de pueblos enteros.<br />

La mayoría se volcó en tareas inéditas sin conocer cuáles<br />

eran los fines; sin embargo, muchas otras expresaban<br />

ideales de justicia social. Su labor fue fundamental para la<br />

subsistencia de las tropas cuando trasladaron su quehacer<br />

cotidiano a los campamentos, pues no sólo se encargaron<br />

de cuidar heridos y alimentar a la tropa, sino de conseguir<br />

alimentos en una coyuntura de escasez propia de las<br />

guerras.

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