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necesidad de que las mujeres trabajaran y, por el otro, los<br />
ideólogos del positivismo sostenían que ellas ingresaban al<br />
trabajo por un deseo personal y, con ello, generaban un<br />
ambiente de rivalidad con los hombres, no por la calidad<br />
de su trabajo, sino por los bajos salarios que “estaban dispuestas”<br />
a recibir.<br />
Esta controversia estaba dirigida, desde luego, a<br />
la clase media y, como en el caso de la educación, si se<br />
trataba del empleo adecuado, también era visto como un<br />
medio de redención: un trabajo “respetable” las salvaría<br />
de recurrir a la prostitución y al crimen para sobrevivir. Se<br />
entendía por ocupación respetable<br />
aquella que implicaba<br />
actividades similares a las<br />
realizadas en el hogar, como<br />
el magisterio y la enfermería,<br />
o labores que requerían de la<br />
delicadeza manual femenina.<br />
Así, las mujeres se dedicaban<br />
a la producción de artesanías o de artículos utilitarios que<br />
incluyeran trabajo artístico o decorativo, desde la ilustración<br />
de textos y cartas hasta la sombrerería y la bonetería;<br />
también trabajaron en la teneduría de libros, litografía,<br />
encuadernación y fotografía. Las mujeres que se integraron<br />
a las nuevas fábricas lo hicieron en aquellos procesos que<br />
significaban la mecanización de las tareas tradicionales<br />
femeninas, 7 de ahí su preeminencia en el sector textil, en las<br />
áreas que precisaban labores manuales.<br />
Al interior de las fábricas existía una división sexual<br />
del trabajo, tal como la había dentro de la familia –los hombres<br />
dedicados a la actividad productiva, las mujeres a la<br />
reproductiva, el cuidado familiar y las labores domésticas–; 8<br />
7 Carmen Ramos Escandón, Industrialización, género y trabajo femenino<br />
en el sector textil mexicano: el obraje, la fábrica y la compañía industrial,<br />
México: CIESAS, 2005, p. 237.<br />
La interacción constante de las mujeres<br />
en los espacios físicos de las fábricas<br />
contribuyó a crear redes de apoyo<br />
y un discurso propio acerca del<br />
trabajo femenino.<br />
ello implicaba que las condiciones laborales de las trabajadoras<br />
fueran inferiores a las de los hombres, tanto en el tipo<br />
de actividad que desempeñaban como en el salario que<br />
percibían. La modernización industrial reforzó las diferencias<br />
otorgando a los hombres los puestos mejor calificados<br />
en la operación de las máquinas y dejó a las obreras los<br />
trabajos manuales más pesados y peor pagados. La división<br />
por sexo también se dio en los espacios físicos de las<br />
plantas textiles y tabacaleras; su interacción constante y el<br />
creciente malestar por las condiciones de vida, contribuyó a<br />
crear una cultura laboral femenina y a tejer poco a poco un<br />
discurso propio para defender<br />
tanto su situación en la fábrica,<br />
como su concepción de<br />
trabajadoras con derecho al<br />
espacio público. Este discurso<br />
se construyó en términos de<br />
lograr un mejor desempeño<br />
dentro de la familia.<br />
Las trabajadoras utilizaron la misma retórica patriarcal<br />
que las condenaba para legitimar sus demandas;<br />
apelaron a su situación de madres solas, desamparadas,<br />
para reclamar mejores salarios o su derecho a utilizar calles<br />
y plazas: “Nuestros medios de subsistencia se nos disminuyen<br />
[…], ello nos conduce de la mano y de un modo<br />
irremediable a la desesperación y tal vez al crimen”. 9 De<br />
8 La división sexual del trabajo se refiere a la distribución de las actividades<br />
de acuerdo con el sexo, misma que establece jerarquías y desigualdad,<br />
casi siempre en detrimento de las mujeres; ver Celina de Jesús<br />
Trimiño Velásquez, Aportaciones del feminismo liberal al desarrollo de los<br />
derechos políticos de las mujeres, Madrid: Congreso de los Diputados,<br />
2013, pp. 353–359.<br />
9 “Reducción de salarios a las costureras”, El Periódico de las Señoras,<br />
1896, p. 5, en Martha Eva Rocha Islas, El álbum de la mujer. Antología<br />
ilustrada de las mexicanas, vol. IV, El Porfiriato y la Revolución, 1ª ed.<br />
México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1991, p. 192.