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posteriormente serían sometidos a la consideración del siguiente<br />
Congreso Constituyente de la Nación. Los cuatro<br />
temas generales fueron:<br />
1. Si la escuela primaria debe iniciar a las mujeres en<br />
actividades que hasta ahora fueron únicamente para<br />
hombres. ¿Cuáles son esas artes y ocupaciones?<br />
2. ¿Cómo se hace para “convertir” a la mujer en agente<br />
de difusión científica y de la libertad?<br />
3. Las mujeres y el voto. ¿Electoras y candidatas?<br />
4. En caso de divorcio, ¿quiénes deben hacerse cargo de los<br />
hijos?<br />
De nuevo, en este congreso, en el que participaron<br />
cerca de 200 mujeres, se observaron posturas contrarias<br />
de conservadoras y avanzadas. Entre las últimas se encontraban<br />
correligionarias de Hermila Galindo, como Elena<br />
Torres y Salomé Carranza. Ambas delegadas declararon en<br />
entrevistas previas a la reunión que era una arbitrariedad<br />
que, siendo la mujer y el hombre iguales, no se hubiera<br />
dado a aquélla las mismas prerrogativas políticas, religiosas<br />
y sociales. Como activistas adscritas a las ideas <strong>liberales</strong><br />
revolucionarias, buscaban como primera concesión la<br />
igualdad política y se declaraban a favor del voto, pero no<br />
en igualdad de circunstancias que el sufragio de los hombres.<br />
Esta ala radical dominó entre las asistentes al Segundo<br />
Congreso.<br />
Hermila Galindo no asistió al congreso por cuestiones<br />
de salud pero, al igual que en el primero, envió una<br />
ponencia, “Soy una mujer de mi tiempo”, leída por su representante,<br />
Elena Torres; 73 en ella expuso su posición sobre<br />
73 Hermila Galindo, “Soy una mujer de mi tiempo. Estudio de la señorita…<br />
con motivo de los temas que han de resolverse en el Segundo Congreso<br />
Feminista de Yucatán, Noviembre 20 de 1916”, en Ana Lau Jaiven y<br />
Carmen Ramos, Mujeres y Revolución 1900–1917, op. cit., pp. 248–269.<br />
las preguntas planteadas en la convocatoria. Inició con una<br />
defensa del escándalo que suscitó “La mujer en el porvenir”;<br />
a la acusación de “propagandista de la inmoralidad”<br />
afirmó que la verdad no estaba reñida con las normas de la<br />
buena conducta, y que el único objetivo de su lucha era la<br />
emancipación de la mujer de la situación abyecta en que se<br />
encontraba. Aunque este texto no suscitó el revuelo del anterior,<br />
manifestó ideas muy revolucionarias sobre los derechos<br />
femeninos, y defendió sus tesis anteriores sobre matrimonio<br />
y sexualidad, educación moderna y participación política.<br />
En contra de la educación tradicional que mantenía<br />
a la mujer en constante tutela para evitarle el contacto<br />
con la malicia del mundo, Galindo proponía una educación<br />
abierta a los conocimientos que recibían los hombres, que<br />
combatiera la ignorancia y saciara su curiosidad por lo<br />
desconocido para no caer presa del “yugo que la envilece”<br />
o de los peligros que acechaban en un confesionario. 74 Se<br />
pronunció por el amor libre, entendido como la unión de<br />
dos personas que se eligen libremente y que, gracias a los<br />
jefes revolucionarios, llegarían a tener los mismos derechos<br />
y las mismas prerrogativas, porque “sin amor, el matrimonio<br />
es un negocio, y sin él el hogar se convierte en un infierno,<br />
en lugar de ser el centro de todos los afectos íntimos en<br />
donde se cultiven las virtudes y en donde se forjen el alma<br />
y el temple de las generaciones del porvenir”. 75 Preparar a<br />
las mujeres del futuro significaba otorgarles una educación<br />
libre de tapujos morales que desenmascarara los vicios<br />
sociales, que enseñara las bondades del amor libre y la<br />
sexualidad.<br />
Hermila insistió en la necesidad de educar a las<br />
jóvenes en determinados conocimientos fisiológicos, sobre<br />
todo porque en su ignorancia, iría al matrimonio a ciegas y,<br />
víctima de un pudor mal entendido, se uniría a un hombre<br />
74 Ibid; pp. 257-258.<br />
75 Ibid; pp. 259.