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Cabe señalar que es tal el auge del mercado de<br />
lectura femenino, que incluso semanarios como La Ilustración<br />
femenil (1880) o La Mujer. Semanario de la Escuela<br />
de Artes y Oficios (1880–1883), se anuncian como revistas<br />
donde sólo escriben autoras mexicanas, aun cuando la dirección<br />
administrativa esté a cargo de varones. Estrategia<br />
comercial o no, lo cierto es que esta oferta es elegida por<br />
las lectoras, y que su preferencia será fundamental para<br />
la supervivencia de muchas de estas revistas, algunas de<br />
las cuales consiguen mantenerse en circulación durante<br />
más de cinco años, tiempo en verdad extraordinario para<br />
publicaciones de esta naturaleza. Es el caso, por ejemplo,<br />
de Filomeno Mata, empresario y editor del Diario del Hogar<br />
(1882–1912), en cuyas páginas, y sólo durante sus tres<br />
primeros años de vida, se publican más de quinientos textos<br />
firmados por mujeres.<br />
En el tránsito al nuevo siglo, 1896, aparece El<br />
Periódico de las Señoras, semanario femenino que, fundado<br />
por las citadinas Guadalupe Fuentes viuda de Gómez<br />
Vergara e Isabel M. viuda de Gamboa, se establece como<br />
el primer proyecto editorial que surge desde una preclara<br />
mirada empresarial, es decir, como una actividad ante todo<br />
rentable. La Mujer Intelectual Mexicana, dirigida en Jalapa<br />
por Lucila Rodríguez durante 1906 y, de manera especial La<br />
Mujer Mexicana (1904–1907), revista mensual dirigida sucesivamente<br />
por Dolores Correa Zapata, Victoria Sandoval<br />
de Zarco (una de las primeras abogadas en México), Laura<br />
Méndez de Cuenca y Luz Fernández viuda de Herrera.<br />
Este impreso resume con elocuencia el camino<br />
trazado por todas las publicaciones que en su género le<br />
anteceden. En especial, porque en sus páginas se dan cita<br />
una buena parte de las fundadoras –o colaboradoras– de<br />
la última generación de revistas citadas, y escritoras más<br />
jóvenes que durante las primeras décadas del siglo xx<br />
emprenden proyectos semejantes; o que, ya dedicadas del<br />
todo al oficio de la escritura, colaboran en múltiples revistas<br />
e incursionan en diversos géneros de la narrativa literaria;<br />
entre las más conocidas: Dolores Correa Zapata, Trinidad<br />
Orcilles, Laura Méndez de Cuenca, Mateana Murguía, Matilde<br />
Montoya (primera mujer en estudiar medicina), Dolores<br />
Jiménez, Antonia L. Ursúa, Severa Aróstegui y María Enriqueta<br />
Camarillo.<br />
Ahora bien, hemos dicho ya que el conjunto de mujeres<br />
cercanas a los proyectos editoriales hasta aquí mencionados,<br />
promovieron sin titubeos la pertinencia del acceso de<br />
sus congéneres a todos los niveles de instrucción, aun cuando<br />
no siempre coincidieran en los argumentos y el propósito<br />
social de dicha demanda. En este sentido, es importante comprender<br />
la perspectiva desde la que estas mujeres se dieron<br />
a la tarea de crear una tribuna pública que, en su opinión,<br />
atendiera diversas problemáticas relacionadas con la vida<br />
de las mexicanas en aquel momento pues, en términos generales,<br />
consideraban que esta labor resultaba fundamental<br />
para lograr que la población femenina respondiera en forma<br />
adecuada a los nuevos retos que el país demandaba. Desde<br />
esta perspectiva, es interesante subrayar la manera en que,<br />
podemos decir, interpretaron una serie de ideas predominantes<br />
en el horizonte social para argumentar en favor de sus<br />
demandas. Tal es el caso de la conocida afirmación positivista<br />
sobre la “ley del progreso intelectual”, 52 que acompañaba el<br />
avance de la civilización en todos los pueblos.<br />
Como veremos más adelante, el significado de este<br />
prometedor acceso a la modernidad se vinculaba también<br />
con la idea de que el correcto ejercicio del raciocinio humano<br />
era lo que permitía la construcción de las grandes<br />
civilizaciones. Para el caso concreto de las mujeres, la fórmula<br />
que les permitiría ingresar al mundo moderno se traducía<br />
en una “[...] noble campaña del pensamiento contra<br />
52 Mateana Murguía de Aveleyra, “Nuestro segundo tomo”, en Violetas<br />
del Anáhuac, año 2, tomo 2, núm. 1, enero 6 de 1889.