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Participación ciudadana y<br />
políticas públicas.<br />
La conquista de los derechos políticos reorientó la actividad<br />
de las mujeres hacia nuevos ámbitos de la vida pública. Una<br />
vez superada esta etapa, la ciudadanía adquirió una dimensión<br />
social que debía desarrollarse dentro de un Estado<br />
benefactor, en una coyuntura de estabilidad política y fuerte<br />
conservadurismo, lo que llevó a las nuevas ciudadanas a<br />
gestionar beneficios a través de los cauces institucionales,<br />
sin que ello significara la demanda de reivindicaciones<br />
para su sexo.<br />
Aludiendo a la definición de Julia del Carmen Chávez,<br />
“la construcción de ciudadanía es un proceso histórico,<br />
político y social entre el Estado y la sociedad que coadyuva<br />
a la generación de prácticas y valores<br />
democráticos para el ejercicio de la<br />
ciudadanía”. 23 En este sentido, las mexicanas<br />
adquirieron un papel relevante<br />
en la gestión de derechos sociales y se<br />
integraron a la tarea de hacer política<br />
como mediadoras entre el Estado y la<br />
sociedad, en una etapa en que el desarrollo<br />
económico propiciaba mayor<br />
movilidad social e incrementos en las<br />
demandas de la población.<br />
El reclamo de las mujeres por mayores derechos,<br />
sumado a la política posrevolucionaria dirigida a ellas<br />
como madres formadoras de ciudadanos productivos, incentivaron<br />
la creación de instituciones que mejoraran su<br />
tarea como encargadas del bienestar familiar; éstas, a su<br />
vez, garantizaban la estabilidad nacional y legitimaban al<br />
Estado. Sin embargo, el partido hegemónico se convirtió<br />
en gestor de las demandas ciudadanas, lo que llevó a las<br />
mujeres de las bases a hacer política dentro de los canales<br />
del pri. Su activismo se centró en establecer enlaces comunitarios<br />
que fueran reconocidos por los comités del partido,<br />
que a la vez les brindara la oportunidad de obtener beneficios<br />
materiales y sociales para los suyos, sobre todo en las<br />
zonas urbanas marginadas.<br />
Los beneficios se otorgaban básicamente de dos<br />
maneras: directos, en forma de material para la construcción,<br />
medicinas, desayunos y meriendas para los hijos de<br />
las demandantes, clases que les sirvieran para mejorar su<br />
desempeño como madres y amas de casa, o festejos por una<br />
gran variedad de motivos, con<br />
comida y transporte incluido. La<br />
otra forma de apoyo consistía<br />
en trámites que el pri gestionaba<br />
ante las autoridades, generalmente<br />
en materia de vivienda,<br />
servicios urbanos o legalización<br />
de predios; se trataba de<br />
acciones a largo plazo y ahí la<br />
Si en el campo los hombres<br />
peleaban por el reparto<br />
de tierras –promesa de<br />
la Revolución–, en las<br />
ciudades eran las mujeres las<br />
principales, y a veces únicas,<br />
protagonistas en la lucha por<br />
la legalización de predios.<br />
constancia de las mujeres jugó<br />
un papel fundamental. 24<br />
23 Julia del Carmen Chávez Carapia, “Cultura de participación y<br />
ciudadanía, desde la perspectiva de género”, en Cátedra unesco de Derechos<br />
Humanos de la unam, p. 11, artículo disponible en línea:<br />
http://www.eumed.net/jirr/1/AMECIDER2006/PARTE%206/292%20<br />
Julia%20del%20Carmen%20Chavez%20Carapia.pdf 24 Gisela Zaremberg, op. cit., pp. 276–279.