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Alexander Kucharsky, Marie–Olympe–de–Gouges.<br />
Olimpia de Gouges pagó con su vida el atreverse a<br />
defender los derechos de las mujeres durante los primeros<br />
años de la Revolución francesa.<br />
manera puntual más adelante, perdió su vigencia como<br />
criterio rector de la educación femenina ante la idea ilustrada<br />
de que “la cooperación femenina era esencial para<br />
el progreso y la prosperidad”; e incluso, desde su principal<br />
papel social como madres, “sólo podían cumplir con sus<br />
responsabilidades (como educadoras cívicas de los futuros<br />
ciudadanos) si ante todo eran ilustradas ellas”. 7<br />
Así pues, a lo largo de las siguientes páginas observaremos<br />
la complejidad del proceso mediante el cual la<br />
preceptiva moral y legal establecida bajo la influencia del<br />
pensamiento ilustrado, reforzó la permanencia del conjunto<br />
de ideas que, a lo largo de casi dos siglos, habían perpetuado<br />
en la historia de occidente el argumento central<br />
que invalidaba a las mujeres como sujetos políticos y en<br />
igualdad de derechos civiles: la definición de lo femenino y<br />
masculino como esencias vinculadas, respectivamente, con<br />
lo natural–sensible y lo racional–productivo.<br />
Asimismo, de cómo, no obstante lo anterior, el<br />
racionalismo ilustrado sentó las bases para el surgimiento<br />
de un nuevo ideal de lo femenino que permanecería por<br />
más de un siglo: la imagen de la mujer ilustrada como sinónimo<br />
de la mujer “instruida” y poseedora de la capacidad<br />
racional, de juicio o intelectual, para recibir instrucción y<br />
aprender. Cambio que resultaría sustancial en la progresiva<br />
afirmación de una idea de la mujer como individuo y<br />
sujeto social, no importando si desde los parámetros de los<br />
tratados pedagógicos del siglo xviii, el conocimiento concedido<br />
a las mujeres remarcara entonces el sentido utilitario<br />
de dicha educación, “como un instrumento indispensable<br />
para la reforma y progreso del país”; y, en esa medida,<br />
tuviera como objetivo, nuevamente, el de su definición como<br />
madres y esposas, aunque ahora desde el horizonte moderno<br />
de capacitarlas en la “economía doméstica (concebida<br />
ahora, al estilo moderno, con criterios de ahorro, orden y<br />
eficacia) y en cuanto educadoras de sus hijos en los valores<br />
ilustrados”. 8<br />
7 Silvia Arrom, Las mujeres en la ciudad de México, 1790–1857,<br />
México: Siglo xxi, 1988, pp. 28–30.<br />
8 Mónica Bolufer, “Transformaciones culturales. Luces y sombras”, en<br />
Historia de las Mujeres en España y América latina, Vol.II, El mundo<br />
Moderno, Madrid: Cátedra, 2005, p. 485.