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en varios estados y ciudades de la república: Guadalajara,<br />
Oaxaca, Durango, Mérida, Guanajuato, Veracruz, Sinaloa,<br />
Jalapa, Córdoba, Orizaba. 11<br />
No obstante, el caso de la Escuela Nacional<br />
Secundaria para niñas merece especial atención, no sólo<br />
porque representa el antecedente directo de una de las<br />
instituciones que más impacto y trascendencia tuvo, y tiene<br />
aún, en la educación profesional de las mexicanas, al<br />
transformarse entre diciembre de 1889 y febrero de 1890<br />
en la Normal de Profesoras; sino también porque su proceso<br />
de conversión resume de manera ejemplar el complejo<br />
horizonte sociocultural desde el cual se dio entonces sentido<br />
y pertinencia al ingreso de las mujeres a las escuelas, así<br />
como el impacto y controversia que a partir de los cambios<br />
introducidos en dicho ámbito se generó entre diversos sectores<br />
de la sociedad mexicana, incluidas las mujeres.<br />
La historia de la conversión de la Secundaria de<br />
Niñas en Normal de Maestras ha sido reconstruida con<br />
suma dificultad, en parte por la confusión de los documentos<br />
que dan cuenta de su proceso de creación. Para comenzar,<br />
aun cuando su inauguración legal fue aprobada desde<br />
abril de 1856 (durante el gobierno de Comonfort), la apertura<br />
real de la escuela se produjo hasta 1867, debido a<br />
La conveniencia de que las mujeres<br />
acudieran a las aulas escolares<br />
resultaría insospechadamente<br />
benéfica para el lento pero inevitable<br />
posicionamiento de las mexicanas<br />
como individuos y sujetos sociales.<br />
problemas presupuestales y conflictos internos e internacionales<br />
que durante aquellos años enfrentaron los gobiernos<br />
en turno; así, la inversión requerida para el funcionamiento<br />
de la secundaria, cuyo propósito central era constituirse<br />
como “un semillero de profesores de instrucción secundaria”<br />
para subsanar la insuficiencia de profesores de nivel<br />
primario y secundario detectada por uno de los principales<br />
promotores de la educación en el Porfiriato, José Díaz Covarrubias<br />
hacia mediados de la década de los setenta, nunca<br />
se consideró una prioridad. Pero, asimismo por influencia<br />
de Horacio Barreda, discípulo directo de Augusto Comte,<br />
quien sin titubeos apoyó la creación de la Secundaria para<br />
Niñas en la Ley de Instrucción Pública de 1867, y cuya opinión<br />
respecto del importante papel que “el sexo amoroso”<br />
jugaba en el desarrollo de la humanidad se aprecia con<br />
claridad en el siguiente fragmento de uno de los muchos<br />
artículos que escribió para el principal órgano de difusión<br />
del positivismo en México, la Revista Positiva:<br />
Superiores por el amor, mejor dispuestas siempre a<br />
subordinar al sentimiento, la inteligencia y la actividad,<br />
las mujeres constituyen espontáneamente los seres<br />
intermedios entre la humanidad y los hombres. Tal es<br />
su sublime destino […] el gran ser [la Humanidad]<br />
les confía especialmente su providencia moral para<br />
sostener el cultivo directo y continuo de la afección<br />
universal en medio de las tendencias teóricas y prácticas,<br />
que nos desvían sin cesar. Esta común aptitud del sexo<br />
amoroso se hace aún más sensible por la uniformidad de<br />
naturalezas y de situaciones femeninas. 12<br />
11 Lourdes Alvarado, La educación superior femenina en el México del<br />
siglo xix. Demanda social y reto gubernamental, México: cesu–unam/<br />
Plaza & Valdés, 2004, pp. 225–227.<br />
12 Horacio Barreda, “Apreciaciones de la obra y la vida de Augusto<br />
Comte”, en Revista Positiva, vol. viii, 1908, pp. 621–622.