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Consideramos importante resaltar el papel de las<br />
ciudadanas como gestoras de bienestar social, aun cuando<br />
esta acción las hiciera parte del clientelismo del pri, pues<br />
a través de sus batallas diarias por la supervivencia y el<br />
cuidado de los suyos, incursionaron de forma admirable en<br />
espacios inéditos, donde aprendieron las prácticas políticas<br />
necesarias para desarrollar sus funciones. Su participación<br />
constituyó además un antecedente muy importante de los<br />
movimientos ciudadanos posteriores. Como señala Alejandra<br />
Massolo, para exponerse a los espacios públicos<br />
las mujeres tuvieron que transgredir la dimensión social,<br />
política y de género: “de las discretas preguntas cuando<br />
gestionaban demandas […] transitaron al poder de réplica<br />
y discurso, con diferentes lenguajes que expresan las formas<br />
de hacer política desde los barrios”. 25<br />
Esta praxis también se dio mediante los movimientos<br />
urbanos independientes. Las amas de casa entraron en<br />
contacto directo con los problemas de vivienda y servicios<br />
públicos; si en el campo los hombres peleaban por el reparto<br />
de tierras –promesa de la Revolución–, en las ciudades<br />
eran las mujeres las principales, y a veces únicas, protagonistas<br />
en la pugna por la legalización de predios y la<br />
demanda de servicios ante un enorme crecimiento urbano y,<br />
con acciones colectivas, se convirtieron en las interlocutoras<br />
primordiales entre las autoridades y su comunidad. Enfrentadas<br />
a las carencias de todo tipo, “convirtieron esas condiciones<br />
de vida en objeto de lucha y formas de participación<br />
pública de resistencia […]”, 26 logrando a veces reorientar<br />
las políticas públicas a favor de sus reclamos. Su trabajo<br />
cotidiano en demanda de derechos sociales, políticos o civiles<br />
fue duramente censurado, al ser realizado fuera de su<br />
espacio tradicional; al igual que las trabajadoras de principios<br />
de siglo, estas ciudadanas y las que se presentaban en<br />
juntas sindicales o huelgas obreras fueron cuestionadas en<br />
su comportamiento moral. Sólo hasta los años setenta, con<br />
la nueva ola del feminismo, se comenzaría a vislumbrar un<br />
cambio de mentalidad al respecto.<br />
Las políticas aplicadas al campo, por otra parte,<br />
estaban dirigidas a adoctrinar a las mujeres en la organización<br />
de la esfera doméstica; mediante la introducción de<br />
nociones sobre nutrición e higiene, se reforzaba su papel<br />
de madres y, a través del uso de prácticas culturales ancestrales,<br />
la sumisión al patriarcado. Las iniciativas del gobierno<br />
tenían que ver más con incluir a las campesinas en la<br />
economía rural y asegurar su adhesión al sistema, que con<br />
su desarrollo individual. No obstante, como propone Lynn<br />
Stephen, con sus programas también favorecieron ideas<br />
sobre los derechos y oportunidades que podían desarrollar<br />
fuera de sus comunidades. 27 El cambio se dio de manera<br />
gradual y no fue sino hasta la década de 1980, cuando<br />
las mujeres del campo adoptaron una posición más crítica<br />
sobre la desigualdad, de acuerdo con su sexo y clase.<br />
Si las etapas de mayor desarrollo generan mayor<br />
movilidad social, también es cierto que producen manifestaciones<br />
de oposición. Bajo esta premisa, hacia finales de la<br />
década de los años cincuenta, en pleno periodo electoral,<br />
25 Alejandra Massolo, “Las políticas del barrio”, en Política y Cultura,<br />
núm. 1, otoño, 1992, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco,<br />
México, 1992, pp. 66, 71.<br />
26 Alejandra Massolo, “Las mujeres en los movimientos sociales urbanos<br />
de la ciudad de México”, en Iztapalapa, Revista de Ciencias Sociales<br />
y Humanidades, núm. 9, Universidad Autónoma Metropolitana, México,<br />
1983, pp. 156.<br />
27 Lynn Stephen, “Epílogo. El activismo de las mujeres del campo,<br />
1980–2000: la nación vista desde abajo”, en Gabriela Cano, Mary Kay<br />
Vaughan y Jocelyn Olcott (comps.), Género, poder y política en el México<br />
posrevolucionario, Rossana Reyes (trad.), México: Fondo de Cultura Económica,<br />
uam–Iztapalapa, 2009, pp. 380, 405.