liberales-liberadas-2da

222
Modernización y desarrollo
Al concluir La Segunda Guerra Mundial, en 1945, Estados
Unidos se convirtió en la principal potencia económica; con
ello comenzaba una larga y tensa batalla por el control político,
económico y militar del mundo con la URSS, conocida
como la Guerra Fría. Mientras tanto, en México las élites
gobernantes se ocuparon de apuntalar la imagen de un país
moderno, democrático, con una rica identidad nacional
competente en el mercado capitalista. 49 Ello sin duda tuvo
consecuencias importantes a nivel social y cultural, lo que a
la vez reflejaba situaciones distintas para las mujeres, sobre
todo tras la obtención del voto en 1953, al tiempo que se
preparaba el escenario político para una de las coyunturas
más importantes vividas en el país, el movimiento estudiantil
de 1968.
Uno de los temas prioritarios de la agenda política
fue impulsar el desarrollo económico; así, la industrialización
se convirtió en la vía para modernizar y encarrilar a
la nación en la senda del progreso. Sin embargo, el ahorro
interno era insuficiente y los ingresos gubernamentales muy
reducidos por lo que “la industrialización fue requiriendo
un ingreso de divisas cada vez mayor para poder importar
los bienes de capital y ciertos bienes intermedios necesarios
a la actividad manufacturera”. 50 Así, para la década de los
años sesenta había aumentado la dependencia económica
hacia Estados Unidos; por un lado, 95% del financiamiento
provenía de ese país 51 y, por otro, la debilidad de la industria
nacional se veía opacada por fuertes importaciones y
por subsidiarias extranjeras, en su mayoría norteamericanas,
establecidas en el país. Además, los productos del vecino
del norte tenían mejor calidad, precios más accesibles
y mejores métodos de comercialización.
Ello tuvo repercusiones económicas para el país,
indudablemente, pero también afectó las estructuras mentales,
así como la situación social de los mexicanos y las
mexicanas. En primer lugar, a la par del proceso de modernización,
México sufría una fuerte explosión demográfica,
al tiempo que se fortalecía la clase media metropolitana. En
segundo, se modificaba el ideal de familia, constituida por
un padre proveedor y una madre dedicada exclusivamente
al hogar y a la educación de los hijos; comenzaba a tolerarse
–y a requerirse– cada vez más, el trabajo femenino.
En tercero, de la cultura norteamericana se tomó el referente
del sujeto moderno, el cual sin duda se adecuaba a los
esquemas de género esperados. A este respecto, se evidenció
un replanteamiento discursivo del papel de la mujer
Con la creciente industrialización
se modificaba el ideal de familia
constituida por un padre proveedor y
una madre dedicada exclusivamente
al hogar y a la educación
de los hijos.
49 Soledad Loaeza, “Modernización autoritaria a la sombra de la superpotencia,
1944–1968”, en Nueva Historia general de México, México:
colmex, 2010, p. 653.
50 Lorenzo Meyer, “La encrucijada”, en Daniel Cosío Villegas, Historia de
México, vol.4, México, colmex, 1976, p. 223.
51 Blanca Torres, Historia de la Revolución Mexicana, 1940–1952: hacia
la utopía industrial, México: colmex, 1984, p. 154.