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dotadas de las mismas capacidades intelectuales que los
hombres, es la desigualdad en la educación, reflejo a su
vez de una desigualdad social, lo que les impide desarrollar
su potencial”. 16
Muy cercanas a este planteamiento fueron las reflexiones
que la también española Josefa Amar y Borbón
desarrolló tanto en su famoso Discurso sobre la educación
física y moral de las mujeres (publicado en 1790), como en
una amplia colección de tratados pedagógicos que ocuparon
su labor como escritora. Incluso desde una concepción
organicista de la sociedad, Josefa Amar aceptó “como
necesaria la desigualdad de los sexos en sus ocupaciones
y poderes, como necesarias parecían a su autora otras
desigualdades”; pero de manera rotunda afirmó “que hombres
y mujeres poseían los mismos talentos” y argumentó
extensamente “la idea de que la educación, entendida en
un sentido amplio, como formación intelectual y moral, y
proceso de socialización, producía, en buena medida, las
identidades masculinas y femeninas”. 17
Así, y tal como expresa en el siguiente fragmento,
esta autora jamás puso en entredicho la igualdad racional
entre ambos sexos, y al igual que Feijoo, trasladó la discusión
sobre la presumible desigualdad de éstos al terreno de
la educación:
No se pueden señalar con certeza las pasiones peculiares
a cada sexo, porque como esto depende de la fragilidad
de la naturaleza, de los vicios de una mala educación,
del mayor o menor influjo de la reflexión, del ejemplo,
de las circunstancias en que cada uno se halla, y de otras
causas morales y físicas, que son comunes a entrambos
16 Mónica Bolufer, “Luces”, op. cit., p. 482.
17 Mónica Bolufer, Mujeres e Ilustración, op. cit., pp. 117–118.
sexos, sucede a veces que los vicios que se atribuyen a
las mujeres se encuentran también en algunos hombres
y los de éstos en aquéllas […] los mismos hombres,
no son, ni pueden ser todos iguales. Es preciso que haya
unos que manden a otros […] Así las mujeres podrán
estar sujetas en ciertos casos a los hombres, sin perder
por eso la igualdad con ellos en el entendimiento. 18
Ahora bien, la recepción e influencia que estos
autores tuvieron en territorio novohispano puede apreciarse
con toda puntualidad en al menos tres ámbitos. El primero
es el de las publicaciones periódicas donde, justamente en
el más temprano e importante diario del orbe novohispano,
El Diario de México (1805–1817), ya desde 1813 encontramos
el anuncio ininterrumpido de los “Discursos sobre la
educación física y moral de las mujeres. Por doña Josefa
Amar y Borbón, socia de mérito de la Real Sociedad Aragonesa,
y de la junta de damas unida a la Real Sociedad de
Madrid” (su costo era de catorce reales, en octavo mayor en
pasta, o de diez reales en pergamino), así como otros textos
de la autora relacionados con la educación femenina: Reglamento
de la Academia de ilustración de señoritas (a un
real el ejemplar); y el primer tomo de Educación de las mujeres,
con un valor de diez reales en octavo y pergamino. 19
18 Josefa Amar y Borbón, Discurso sobre la educación física y moral
de las mujeres, Madrid, Benito Cano, 1790. Edición moderna de Ma.
Victoria López Cordón, Madrid: Cátedra, 1994, citada por Bolufer,
op. cit. pp. 100–101.
19 El Diario de México (1805–1815), fundadores y editores: Carlos
María de Bustamante, Jacobo de Villaurrutia y J. Wenceslao Sánchez de
la Barquera; se vendía a medio real en 12 establecimientos de la ciudad,
y fue impreso por María Fernández de Jáuregui durante 1805–1806, y
1812–1813. Cabe hacer notar que, además de la ciudad de México, esta
publicación llegó a lugares tan remotos como Veracruz, San Andrés Tuxtla,
Zacatecas, Durango y Chihuahua.