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Arzobispo José “Mora del Río” junto a mujeres durante el “Primer Congreso de<br />
Damas Católicas”, (1922). © (5299) conaculta.inah.sinafo.fn.méxico.<br />
presencia de izquierda, no era nada desdeñable la presencia<br />
de mujeres organizadas en asociaciones católicas y logias<br />
masónicas, como por ejemplo Soledad Orozco (esposa<br />
de Manuel Ávila Camacho y militante del Partido Nacional<br />
Revolucionario, pnr), Margarita Lozano Garza (católica,<br />
aunque progresista) o la profesora María del Carmen Rodríguez<br />
(maestra normalista, soltera y jefa de la sección<br />
femenina en 1945 de la Unión Nacional Sinarquista, uns). 18<br />
En aquella época se consideraba, en términos generales,<br />
que la igualdad entre los sexos era “antinatural” e<br />
inalcanzable; se asumía que cuando las mujeres luchaban<br />
por sus derechos políticos, civiles o sociales, lo que en realidad<br />
buscaban era convertirse en “remedos de hombres”. 19<br />
Situación que defendían incluso las mujeres inmersas en<br />
asociaciones políticas de orden católico o altamente conservadoras.<br />
Por ejemplo, la joven María del Carmen Hernández<br />
firmó un artículo titulado “Feminismo”, publicado<br />
en el diario El Sinarquista, órgano difusor del movimiento<br />
18 Roxana Rodríguez Bravo, Mujeres sinarquistas en México. Historia de<br />
una militancia católica fémina (1937–1948), tesis de doctorado en historia,<br />
México, El Colegio de Michoacán, 2011, p. 115.<br />
19 “El Congreso de Mujeres”, en El Universal, 8 de julio de 1925.<br />
sinarquista mexicano. 20 Afirmaba que la “vida moderna<br />
carece de ideales y de preocupaciones propiamente femeniles”,<br />
de modo que para ella la verdadera misión de la<br />
mujer era “hacer un llamado a todas las mujeres que sientan<br />
que es necesario que conservemos nuestra feminidad que<br />
doctrinas perversas y comunistas nos tratan de robar”. 21<br />
Para los años treinta el término feminismo caía en<br />
desuso, lo que pudo deberse, en opinión de la historiadora<br />
Gabriela Cano, al predominio del lenguaje político marxista<br />
que descalificaba al feminismo por considerarlo asunto<br />
de mujeres burguesas ajeno a los intereses del proletariado;<br />
22 a lo que debemos sumar la denostación del vocablo<br />
por parte de los grupos más conservadores. De una u otra<br />
forma, el ser mujer feminista o “liberal” no era en términos<br />
generales bien visto.<br />
De cualquier modo, los movimientos de mujeres no<br />
cejaron sus esfuerzos y orientaron de manera importante<br />
su mirada a los sectores populares e incorporaron a sus<br />
agendas políticas demandas de campesinas y obreras, algo<br />
muy acorde con los intereses del Estado posrevolucionario<br />
y establecidos en la Constitución: el trabajo y la tierra. Las<br />
confrontaciones ideológicas entre el feminismo de izquierda<br />
radical y de derecha (liberal–moderada o conservadora) se<br />
evidenció en los años treinta y, más precisamente, durante<br />
el cardenismo cuando varias asociaciones de trabajadoras<br />
se unieron a las demandas feministas. En esta época el<br />
feminismo tuvo una de sus etapas más agitadas, llena de<br />
actividad y beligerancia: las mujeres lograron desafiar más<br />
20 El movimiento sinarquista mexicano se creó en 1937, en Guanajuato,<br />
por Juan Ignacio Padilla y José Antonio Urquiza. Agrupación de ultraderecha<br />
que se presentaba como anticomunista, antidemocracia liberal,<br />
nacional–sindicalista, católica y social cristiana.<br />
21 Cita tomada de Roxana Rodríguez Bravo, op. cit., pp. 79–80.<br />
22 Gabriela Cano, “Más de un siglo de feminismo en México”, en Debate<br />
feminista, año 7, vol. 14, 1996, p. 352.