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la poeta a quien se dirigía la carta (o a quien se dedicaba<br />
el poema), sino también, como ya se dijo, generar lazos<br />
de solidaridad y hermandad entre las mujeres dedicadas al<br />
ejercicio de la escritura.<br />
Otra estrategia de acompañamiento fue la creación<br />
de equipos editoriales conformados exclusivamente<br />
por mujeres; grupos de colaboración reunidos en torno de<br />
prestigiadas revistas literarias que, además de permanecer<br />
unidos durante dos o tres años (periodos de tiempo considerablemente<br />
largos, si se toma en cuenta la efímera vida de<br />
la mayoría de publicaciones decimonónicas), incrementan<br />
sus filas, e incluso se mantienen unidos al trasladarse de un<br />
impreso a otro. Entre las revistas literarias más importantes<br />
que abrieron las puertas a las mujeres en sus equipos<br />
editoriales están El Anáhuac, dirigida por Manuel Payno<br />
(y órgano de difusión de la Sociedad Netzahualcóyotl) y<br />
El Renacimiento, fundada y dirigida, entre otros, por los<br />
prestigiados escritores Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto y<br />
Justo Sierra. La demarcación de este nuevo continente letrado<br />
en el que las mujeres escribían de sí mismas a partir<br />
de su vivencia, de su experiencia particular, fue también la<br />
consolidación de un elemento crucial para la configuración<br />
de las mujeres como sujetos modernos: el tránsito de lectoras<br />
a redactoras, y el cruce de la frontera privada hacia el<br />
territorio de lo público.<br />
Las escritoras abogaron por una<br />
“cultura del racionamiento” en la que<br />
todo individuo se apegara a la “ley del<br />
progreso intelectual”. Afirmaban que<br />
este “avance universal y progresivo de<br />
las sociedades modernas” demandaba<br />
necesariamente “elevar la instrucción y<br />
educación de la mujer”.<br />
Un momento vital en el<br />
posicionamiento de las mexicanas<br />
dentro de la cultura impresa y la<br />
generación de opinión pública se<br />
ubica en la década de 1870, con el<br />
surgimiento de las primeras 12 revistas<br />
para mujeres escritas por ellas mismas.<br />
Entre las más importantes: Las Hijas<br />
del Anáhuac y La Siempreviva.<br />
En este mismo orden de ideas, un momento vital<br />
en el posicionamiento de las mexicanas dentro de la cultura<br />
impresa y la generación de opinión pública se ubica en la<br />
década de 1870, con el surgimiento de las primeras 12<br />
revistas para mujeres escritas por ellas mismas. Entre las<br />
más importantes: La Siempreviva (1870–1872), dirigida y<br />
redactada en Mérida, Yucatán, por las también oriundas<br />
de dicha península Rita Cetina Gutiérrez, Cristina Farfán y<br />
Gertrudis Tenorio Zavala; Hijas del Anáhuac (1873–1874),<br />
administrada y dirigida literariamente por Concepción<br />
García y Ontiveros (autonombrada “redactora en jefe”) y<br />
elaborada en las prensas de la Escuela de Artes y Oficios<br />
para mujeres; El Recreo del Hogar (1879), publicada en<br />
Tabasco por las ya mencionadas Rita Cetina y Gertrudis<br />
Tenorio Zavala.<br />
Otros acontecimientos paralelos dan cuenta también<br />
del impacto que esta afirmación de las mujeres como<br />
productoras de cultura impresa tuvo en la reconfiguración<br />
de la identidad femenina del México finisecular. Entre ellos,<br />
el reconocimiento (y la publicación) de su obra poética por<br />
editores extranjeros; es el caso del español José Domingo<br />
Cortés, quien en 1875 publica Ramillete poético del bello<br />
sexo hispano–americano, donde se reúnen poemas de Josefa<br />
Letechipía, Isabel Prieto de Landázuri, Dolores Guerrero