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izquierdas

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Las <strong>izquierdas</strong> latinoamericanas, de la oposición al gobierno<br />

conocidos como “reformas neoliberales”), mientras la izquierda se<br />

aferraba con uñas y dientes a lo poco que iba quedando del Estado de<br />

bienestar o, en el contexto latinoamericano, del más fragmentario e<br />

inconcluso Estado populista.<br />

todavía en el terreno de los principios, encontramos que muchas<br />

“buenas causas” (incluso muchas que reciben el mote de “progresistas”)<br />

no son, en verdad, ni de derecha ni de izquierda, y que pueden<br />

ser reivindicadas por ambos bandos, aunque ciertamente de modos<br />

bien diferentes. Entre ellas se cuentan algunas banderas enarboladas<br />

en tiempos recientes por muchos de los gobiernos que forman parte<br />

de nuestra “ola izquierdista”: los derechos humanos, la dignidad nacional,<br />

la ecología, el valor de las instituciones –rápidamente reapropiado,<br />

este último, por algunas de sus oposiciones–. En el sensible terreno<br />

de los derechos humanos en particular, se impone la antipática<br />

constatación de que su clasificación ideológica suele depender sobre<br />

todo de la identidad de quien los ha violado. así, por ejemplo, pese a<br />

no haber formado parte del universo mental de la izquierda que fue<br />

masacrada en la argentina durante los años setenta, los derechos humanos<br />

han sido erigidos (dado que su violación sistemática en aquellos<br />

años fue perpetrada por una dictadura militar de derecha) en eje<br />

de la operación de revisión del pasado emprendida por el gobierno de<br />

Kirchner, al que se ha insistido en incluir dentro del mentado “giro a<br />

la izquierda” de la región. Ellos no constituyen, sin embargo, el eje<br />

de ninguna política sistemática de reparación de las injusticias del<br />

presente. otro tanto puede decirse de banderas como las de la anticorrupción,<br />

la transparencia, el buen gobierno y la construcción institucional,<br />

tan vulneradas por el neoliberalismo de los años noventa<br />

como, en consecuencia, reapropiadas por la oposición de entonces,<br />

hoy devenida gobierno.<br />

Podemos, no obstante, quedarnos en el campo socioeconómico<br />

(lo cual es de por sí problemático, ya que la caracterización de algunos<br />

de los gobiernos citados como “de izquierda” o “progresistas” refiere<br />

en gran medida a sus posiciones en el campo sociocultural) para<br />

afirmar que lo que define a la izquierda es su perspectiva igualitaria,<br />

asociada a la idea de la justicia social. ahora bien, al margen de los<br />

debates doctrinarios, ¿cómo se identifica a la izquierda en el día a<br />

día de la gestión, donde lo que está en juego son delicadas decisiones<br />

económicas y de políticas públicas con un rango limitado de opciones<br />

en un contexto de elevada incertidumbre y pleno de consecuencias no<br />

intencionadas? En el marco de un debate más “situado”, ya no parece<br />

ser tan evidente qué cosa sería “de derecha” y qué “de izquierda”.<br />

Por lo demás, ¿hemos de juzgar el carácter de un gobierno por sus<br />

intenciones, por sus decisiones o por los resultados de sus acciones (u<br />

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