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izquierdas

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Sebastián G. Mauro<br />

como el garante de la neutralidad del espacio público frente a la amenaza<br />

de apropiación, representada ahora por el presidente y las disputas<br />

entre sus adláteres. macri aparecía, entonces, como la versión<br />

más veraz de los intentos de carrió (borrar la asociación progresismoizquierda<br />

en términos morales) y de telerman (acercar el progresismo<br />

a la “buena onda”), con la yapa de representar un espacio plural y con<br />

capacidad de gestión. Elementos, estos últimos, identificados con el<br />

progresismo por ibarra, quien ya no estaba en condiciones de sostenerlos<br />

convincentemente ni de transferírselos a un kirchnerismo que<br />

intentaba infructuosamente presentarse como “independiente”.<br />

En relación con estos elementos sería necesario dar tratamiento<br />

a una última cuestión. la fluctuación partidaria e ideológica parece<br />

volver ilegibles los fenómenos políticos o, por lo menos, parece dificultar<br />

todo análisis que pretenda trascender la descripción y la crónica.<br />

¿cómo abordar el análisis de la dinámica política porteña sino en términos<br />

de la continuidad de actores políticos estables o de la permanencia<br />

de polos ideológicos en pugna?<br />

algunos analistas han propuesto trasladar los elementos de estabilidad<br />

del sistema de los partidos a los ciudadanos, sobre el supuesto<br />

de una estabilidad “ideológica” en el comportamiento electoral<br />

como referencia común de un conjunto variable de fuerzas políticas<br />

en constante transformación (calvo y Escolar, 2005). En este sentido,<br />

el argumento consiste en comprobar la existencia de un clivaje<br />

permanente entre centroderecha y centroizquierda –o, si se prefiere,<br />

entre conservadurismo y progresismo– anclado geográficamente (el<br />

norte de la ciudad versus el centro-oeste) que encuentra sus raíces,<br />

por supuesto, en la condición socioeconómica de estos segmentos del<br />

electorado (sectores de ingresos altos versus sectores medios).<br />

a primera vista, dicha interpretación parece ser contundente. Habría<br />

entonces una continuidad en las costumbres y comportamientos<br />

del electorado aunque éste se haya alejado de los signos partidarios,<br />

cosa que puede verificarse identificando las transferencias de votos<br />

entre elecciones. si los partidos tradicionales se han desideologizado<br />

hasta la casi implosión, sus tradiciones sobreviven en las formas de entender<br />

el proceso político que sostienen quienes fueron sus bases, y que<br />

hoy buscan identificar, en una oferta fluctuante, esos elementos que les<br />

permitan encontrar un objeto sobre el cual proyectar sus preferencias.<br />

ahora bien, el triunfo del Pro en las elecciones de 2007 es una<br />

muestra concluyente de los límites de dicha interpretación: macri<br />

ganó en todos los distritos de la ciudad y en todos los niveles sociales.<br />

al ya reconocido esquema de alianza norte-sur (o sectores altos-sectores<br />

populares) que lo benefició en 2003 y que traía reminiscencias<br />

menemistas, el empresario sumó su crecimiento en los sectores de<br />

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