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izquierdas

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Las <strong>izquierdas</strong> latinoamericanas, de la oposición al gobierno<br />

aprender esta lección, que tanto el kirchnerismo como Elisa carrió<br />

no supieron identificar correctamente. En este sentido, luego de sucesivas<br />

transformaciones que operaron sobre la conformación de la<br />

escena –entre las que se cuentan las operadas por Jorge telerman para<br />

reconstruir el escenario polarizado de 2003–, Pro terminó de profundizar<br />

el desplazamiento que, un tanto ciegamente, había venido<br />

intentando desde la primera candidatura de mauricio macri.<br />

Frente a las recurrentes disputas entre actores que suponían ya<br />

resuelta la tarea de diferenciación respecto del macrismo, pero que<br />

asumían con pocas ideas la labor de definir el progresismo –ciertamente<br />

necesaria luego de la destitución de ibarra y de la validación de<br />

la idea de un “progresismo vacío”–, el macrismo encontró una forma<br />

de diferenciación política que cortaba al electorado de una forma alternativa<br />

a la de 2003. lo hizo asumiendo la necesidad de “educación<br />

y salud para todos” –la gran tarea de la centroizquierda en las diversas<br />

versiones desideologizadas de ibarra, carrió, Bielsa, Filmus y telerman–<br />

como reivindicación propia, y sumando a estas buenas intenciones<br />

la ya ensayada imagen de una nueva generación de políticos,<br />

trabajadores, honestos, y menos charlatanes y peleadores. si estos últimos<br />

elementos podían ser caracterizados en 2003 como propios de<br />

una idea “antipolítica” defendida por ciertos sectores de la derecha<br />

privatista, la crisis del gobierno de ibarra y una la fatiga de la verborragia<br />

presidencial los hacían ahora verosímiles ante el electorado.<br />

de este modo, el macrismo no hizo otra cosa que apropiarse del<br />

elemento moralista e impolítico que había caracterizado a la definición<br />

ibarrista del progresismo. la crisis posterior a la catástrofe de<br />

cromañón deslegitimó a aníbal ibarra como cabeza de la defensa de lo<br />

público frente a los intentos de apropiación de la vieja política, sin que<br />

otros actores pudieran presentarse como sus herederos. la exacerbación<br />

de la moralina progresista, junto con su promocionado desplazamiento<br />

ideológico, alejó a Elisa carrió de la posibilidad de ocupar este<br />

espacio. Por su parte, el kirchnerismo fue incapaz de hegemonizar esa<br />

identidad huérfana, en tanto la retórica progresista se mostraba, en<br />

última instancia, incompatible con el elemento nacional-popular del<br />

discurso del presidente. Por último, el jefe de Gobierno provisional<br />

intentó replicar el discurso ibarrista en términos de un progresismo<br />

cultural, exhibiendo un estilo de vida sofisticado y cosmopolita que,<br />

por momentos, rozaba el perfil impolítico de la informalidad y las<br />

buenas intenciones, propiedad de referentes de centroderecha –entre<br />

los que se encuentra el propio macri, pero también el referente kirchnerista<br />

daniel scioli–.<br />

En este contexto, el mejor heredero de la retórica progresista no<br />

era otro que el propio espacio de mauricio macri, que podía mostrarse<br />

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