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izquierdas

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Sebastián G. Mauro<br />

dos tipos de candidatos: liderazgos de popularidad constituidos en la<br />

escena pública –sobre los cuales se edificó una lista de candidatos a<br />

diputado “progres” y no peronistas– y candidatos basados en un capital<br />

organizativo –sobre los cuales se constituyó la lista de legisladores<br />

locales, más ligada al “aparato” peronista–. no sólo el jefe de Gobierno<br />

había desaparecido de la arena política: también Patricia Bullrich<br />

y luis Zamora quedaron en una posición marginal, producto de la<br />

extraordinaria erosión de sus fuerzas a nivel legislativo, lo cual reveló<br />

la dificultad para mantener las alianzas políticas y para sostener un<br />

espacio de enunciación políticamente relevante en tiempos no electorales.<br />

con esta escena configurada, la campaña electoral adquirió una<br />

significación diferente de la de 2003. la reinterpretación kirchnerista<br />

de la crisis y la recomposición funcionó como marco de referencia<br />

para cualquier discurso que pretendiera ser políticamente eficaz. sin<br />

embargo, los sectores opositores ensayaron un desplazamiento de esta<br />

descripción de la realidad, desdibujando la imagen del progresismo y<br />

colocando a macri en una posición menos antipática que en 2003.<br />

de esta forma, el candidato kirchnerista a la cámara Baja, rafael<br />

Bielsa, rehabilitó el núcleo del relato que aníbal ibarra había articulado<br />

con éxito en las elecciones ejecutivas de 2003. según este relato, la<br />

recomposición política encarada por néstor Kirchner a nivel nacional<br />

había dejado atrás un pasado caracterizado por la corrupción y representado<br />

por el empresario-dirigente futbolístico lanzado a la aventura<br />

personal de la política. En 2005, sin embargo, el surgimiento de un<br />

progresismo opositor, representado por la figura de Elisa carrió, ponía<br />

en dificultades la simple dicotomía entre un presente kirchnerista<br />

y un pasado menemista, y Bielsa no supo lidiar con ellas para ubicarse<br />

en la disputa entre los dos protagonistas, con lo cual su perfil quedó<br />

desdibujado.<br />

tampoco el ari supo construir una identidad que marginara<br />

completamente al oficialismo de la contienda e identificara un perfil<br />

progresista convincente. durante el primer año y medio de gestión de<br />

Kirchner, al ari se le había presentado el dilema del debilitamiento de<br />

su diferenciación como fuerza que asociaba progresismo y oposición,<br />

dado que el discurso de denuncia contra la corrupción se desgastaba<br />

mientras la interpretación kirchnerista de la actualidad fuera exitosa.<br />

En este contexto, la estrategia de carrió consistió en denunciar al gobierno<br />

de “falso progresismo”, con el argumento de que conservaba<br />

los vicios de la vieja política corporativista, autoritaria y personalista<br />

–en otras palabras, peronista–. contra ello, el ari representaba no<br />

sólo un progresismo de tipo económico (aunque cada vez menos) sino<br />

también cultural y, especialmente, moral. a través de este dispositivo,<br />

el ari tradujo el clivaje “progresismo versus década del noventa” en<br />

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