www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 124Se sientan frente a la máquina y, en pocos minutos, tienen lista la materia pedida ... sabenejecutar una tarea específica, pero no tienen ya la necesidad de hacer algo que no seatrabajo impuesto por otro.... Son intelectuales que han perdido la compleja noción deestilo personal. Aceptan hacer la tarea dentro del estilo del medio de comunicación quelos emplea ... Percibo que existe una cosa susceptible de ser definida independientementedel sujeto que escribe: el ‘estilo periodístico’. No es el estilo de X o de Y, periodistas,sino el del periódico (esto es, del medio de comunicación) en sí (EL 179).Las consecuencias de la profesionalización van más allá de la dependencia económica del escritorante las corporaciones dueñas de los medios; la profesionalización pone en marcha un asaltosobre la firma. La identidad vicaria de todo con todo (todos los artículos en un periódicoparecen iguales, cada periódico parece idéntico a todos los demás) disuelve la iteración singularque caracteriza la firma. La tecnificación sería entonces la esfera donde todas las firmas tienden adisolverse. Para Graciliano esto implica algo más que percibir lo limitadas que son susposibilidades de supervivencia económica en el mercado; empieza también a reducir sus opcionesa dos ejes básicos: complicidad o fracaso. El diario, y fundamentalmente el cuento sobre CláudioManuel que lo cierra, representan el intento de Graciliano de nadar entre las dos aguas. La ironíaaquí es que le toca a Graciliano Ramos, el autor del estilo más inconfundible de la literaturabrasileña moderna, hacer el balance de la decadencia definitiva de la noción de estilo. Gracilianono puede hacer una crítica nostálgica y reaccionaria del profesionalismo (desde los valores de loinefable, lo etéreo, el genio, la inspiración) y tampoco puede aceptar los términos en que se hallevado a cabo la profesionalización misma, completamente controlada por monopolios, sincualquier afuera disidente. Los polos de la complicidad o el fracaso comienzan a ocupar todo elhorizonte: “Releyendo los párrafos de arriba, me doy cuenta de que, al escribir, estoy cavando miprecipicio futuro. De esta caída no conseguiré salvarme ... Me alimento para ser el plato futuro delos enemigos” (EL 180-2). Cuando Graciliano evalúa su trayectoria, poco después de comenzarla historia sobre Cláudio Manuel, su resistencia a ser cómplice ha decidido ya la cuestión:Soyun periodista que no trabaja en la redacción de un periódico;un novelista que no sale de la primera edición;un político abortado en la cárcelun padre de familia soltero, viviendo en una pensión;un trabajador sin empleoNo continúo la lista para no deprimirme más (EL 199).Su aceptación de la derrota en el campo del profesionalismo juega un papel clave ensacarlo de la letargia para escribir su cuento ejemplar sobre Cláudio Manuel. Al aceptar laderrota Graciliano se libra de su parálisis. Vale la pena hacer hincapié en que la aceptación dela derrota, el abrazo al fracaso, no tiene nada que ver con una celebración autoindulgente ymasoquista. Lejos de celebrar la propia miseria, el abrazo del fracaso implica un reconocimientode las condiciones reales de producción intelectual en el mercado, la única respuesta
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 125realmente radical a la creencia narcótica en el progreso. La aceptación de la herencia de laderrota abre la posibilidad de leer en cada documento de cultura la barbarie que lo hizo posible.Tras la derrota de las fuerzas que podrían haber bloqueado el golpe criptofascista de Vargas, laderrota de la literatura a manos de la industria de la información, la derrota de la utopía estéticoexperimentalmoderna a manos de su congelamiento en la museización y la canonización (en unapalabra, la derrota de la firma, de lo poético ante lo técnico), Graciliano decide revisitar el papeldel poeta Cláudio Manuel da Costa en la Inconfidência Mineira. En la rebelión republicana delsiglo XVIII en Minas Gerais, Graciliano ve una fuente de energía restitutiva, un recuerdo apenasdiscernible bajo la pila de deshechos que se ofrece a la mirada como la historia. La pregunta aquísería: ¿cómo distinguir una interrupción singular en medio de las catástrofes y derrotas que seacumulan como si enteramente dentro de lo idéntico? Al confrontar este problema Gracilianosupera la angustia una vez sentida ante la página en blanco y concibe su primer proyecto literariotras la prisión.Incluso antes de que se proponga un análisis del cuento, el lector habrá notado cómo larelación de Graciliano Ramos con Cláudio Manuel replica la relación de Silviano Santiago conGraciliano. En este sentido el cuento concebido por Graciliano ofrece una clave de la novela y nosretrotrae al tema de la repetición. Graciliano Ramos reescribe a Cláudio Manuel da Costa comoun alter ego de Silviano Santiago reescribiendo a Graciliano. Cláudio Manuel también se vioconfrontado con la cuestión de cómo caminar sobre la cuerda floja que separa el compromisoservil y el voluntarismo individualista. Para un intelectual crítico, dentro de una sociedad civilapenas organizada independientemente del estado, no hay más que un exiguo espacio demaniobra entre estas dos seudoalternativas. Em Liberdade pasa a introducir el pastiche dentro deeste problema político-estratégico. Para el novelista - apuesta Santiago - el pastiche abriría laposibilidad de la cita impersonal, la apropiación impropia de nombres propios, la posibilidad, enfin, de que uno narre su historia como si ella perteneciera a otro: “tiene que haber unaidentificación mía con Cláudio, una especie de empatía, que me posibilite escribir su vida como sifuese la mía, escribir mi vida como si fuese la suya. Es un proyecto peligroso, pues las personasdan un gran valor a los límites del individuo” (EL 209). Es necesario diferenciar, por un lado,el uso que hace aquí Graciliano de la noción de “empatía,” del paralizante Einfühlunghistoricista, que intenta crear la ilusión de que uno “realmente está” en el pasado, contándolocomo “realmente sucedió”, a menudo para excusarlo y encontrarle una justificación. El gesto deGraciliano sería más bien un intento de arrancar el pasado fuera de su continuo y hacerleinterpelar al presente. Mientras que la ironía paródica distancia el pasado con condescendencia(con su implícita ideología de que “ahora sí hemos logrado corregir los errores del pasado”), elpastiche permite al presente reconocerse en el pasado y recargar el pasado con la imagen de loque Benjamin llamó el “tiempo-ahora”. Clarifiquemos esta afirmación con un análisis del relato.La versión oficial del movimiento republicano de finales del XVIII en Minas Gerais esbien conocida. Tras la malograda insurrección contra la corona portuguesa, llevada a cabo tantopor la élite local como por la emergente intelligentsia de clase media, Cláudio Manuel habríacometido suicidio en la cárcel, lamentando su “traición” a sus compañeros de insurrección (sullamado público a las armas, hecho desde la prisión y dirigido a la élite estatal vacilantementealiada a la rebelión). Entre tanto, Tiradentes, presentado como bien intencionado mártir yencarnación tropical del crucificado, habría supuestamente asumido la responsabilidad y ofrecido