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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 49deliberada confusión entre la muy real acción represiva del estado y el espejismo de una“expansión económica” estatista, un inencontrable emprendedorismo estatal, hizo posible lo quemás tarde sería la piedra angular de la hegemonía conservadora en la llamada transición: presentarla dictadura como producto de unos pocos burócratas estatistas, opuestos en todo a la “sociedadcivil”, esta segunda extrañamente reducida, metonímicamente, a la burguesía liberal. Puesto de talmodo el asunto, la elección política se limitaba inevitablemente a un menú de dos alternativas:democracia o autoritarismo. La alianza liberal-conservadora que llevaría a Tancredo Neves yJosé Sarney al poder podía ahora aparecer como la encarnación de un anhelo universal dedemocracia.La crítica de la teoría del autoritarismo implica, para nosotros, un desplazamientoterminológico. De aquí en adelante la palabra “transición” no designará, como en la literaturasocial-científica, el regreso a una democracia parlamentaria liberal, elecciones libres einstitucionalidad jurídico-política. El final de las dictaduras no se puede, desde la perspectiva quese adelanta aquí, caracterizar como un proceso transicional. Subyacente a la crítica a Brunner yCardoso se encuentra el postulado de que las verdaderas transiciones son las dictadurasmismas. Valga la corrección de Willy Thayer:No entendemos aquí “transición” como el proceso posdictatorial de redemocratizaciónde las sociedades latinoamericanas; sino, más ampliamente, el proceso de“modernización” y tránsito del Estado nacional moderno al mercado transnacional postestatal. En este sentido, para nosotros, la transición es primordialmente la dictadura. Es ladictadura la que habría operado el tránsito del Estado al Mercado. Tránsito queeufemísticamente se denomina “modernización”. 97Se trata de una inversión clave, que le sustrae el énfasis a una transición epidérmica, derivativa, ylo desplaza a la transición verdaderamente epocal. La transición epocal fue sin duda la dictadura,no el retorno del control civil que tuvo lugar una vez concluida la transición real. El regreso a lademocracia no implica en sí un tránsito a ningún otro lugar más que aquel en que la dictadura nosdejó. 98 “Transición a la democracia” significó, en este sentido, nada más que la legitimaciónjurídico-electoral de la exitosa transición llevada a cabo por los militares, es decir, la ecuaciónúltima entre libertad política para el pueblo y libertad económica para el capital, como si laprimera dependiera de la segunda, o como si la segunda hubiera sido de algún modoobstaculizada por los generales. Así, no hay que sorprenderse ante el hecho de que la categoríade “gobernabilidad” haya disfrutado tanta centralidad en las ciencias sociales de las97 Willy Thayer, “Crisis categorial de la universidad”, manuscrito, 2.98 “Es probable que el recelo con el vocablo ‘transición’ provenga de que lo usamos - noinocentemente - para referir un estado de cosas respecto del cual, sabemos, no transita ni está envías de ello; estado de cosas del que presentimos no sufrirá traslación alguna, o que ya transitódefinitivamente, y que a partir de éste, su último tránsito, nunca más transitará, amenazándonos consu estadía definitiva”. Willy Thayer, Crisis no moderna de la universidad moderna: Epílogo delconflicto de las facultades (Santiago: Cuarto Propio, 1996), 169.

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