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alegorias.pdf

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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 152escritores que comparten la estrategia de “negarse a entrar en esa especie de manipulación quesupone la industria cultural” 251 y destruir los mitos de comunicación directa y transparencialingüística que fundamentan tal industria. Sería la poética de la negatividad, entonces, una críticade todas las concepciones instrumentales y pragmáticas del lenguaje. Para tomar un ejemploargentino, Nadie nada nunca, de Saer, narra repetidamente el misterio que rodea a una serie deasesinatos de caballos. 252 Al regresar una y otra vez a los hechos de forma circular y enigmática,la novela vacía, de antemano, toda identificación con la búsqueda detectivesca y llama la atencióna los problemas de selección, exclusión y organización implícitos en el hecho mismo de narrar elpasado. A través de una serie de complejas mediaciones, la imposibilidad de asignarresponsabilidad a los crímenes viene a alegorizar la catástrofe aparentemente “sin sujeto” quesobrecoge a la Argentina durante la dictadura. Sin hacer nunca un comentario directo sobre lasituación política del país, Nadie nada nunca se vuelve una novela explosivamente políticaprecisamente por flirtear con el silencio y lo no dicho. De manera análoga a Respiraciónartificial, de Piglia, la novela de Saer sostiene que “sobre aquello de lo que no se puede hablarhay que callar” (RA 163). La poética de la negatividad hereda el proyecto suicida, moderno, dellevar el lenguaje a sus límites más extremos, límites que pueden incluir la total imposibilidad oindeseabilidad del lenguaje mismo.La segunda rama de la novela contemporánea apuntada por Piglia se reconoce en lo quese podría llamar la “estrategia posmoderna,” es decir, el intento de borrar los límites entre lasculturas erudita y de masas al combinar procedimientos de ambas. Visible en autores comoThomas Pynchon, Philip Dick y, en Argentina, Manuel Puig, la estrategia posmoderna quiererecuperar la lectura masiva disfrutada por la literatura en el siglo XIX, ahora perdida para losmedios de comunicación de masas. En lugar de diferenciarse resueltamente de todas lasconvenciones de la cultura de masas, como la poética de la negatividad, la novela posmoderna lasapropia y las hace parte de su repertorio: corte y montaje, fluidez y rapidez de estilo, el suspenso,la identificación dramática, todos esos marcos estilísticos, prestados de la cultura de masas, seconvierten en ejes centrales a la novela contemporánea. Por oposición a la poética de lanegatividad, que siempre tiende al silencio, el texto posmoderno cultiva una proliferación demensajes contradictorios, saturándose como un mosaico de citas. En sus formas más críticas, lanovela posmoderna apostaría a la posibilidad de que los procedimientos estilísticos de la culturade masas pudieran ser apropiados para objetivos no alcanzables a través de la cultura de masas,y que el papel de la literatura sería precisamente explorar tal posibilidad.La tercera estrategia observada por Piglia intenta renovar la literatura incorporandomaterial no ficcional. Los ejemplos aquí son las varias formas de littérature-vérité, periodismonarrativo y testimonios, la cumbre de cuyas tradiciones se consolidaría, en Argentina, en la obrade Rodolfo Walsh. Estos géneros experimentaron un notable florecimiento durante las recientesdictaduras conosureñas, acompañando la búsqueda de formas alternativas de circular informaciónen una época de severa censura y control sobre los medios. Como Tânia Pellegrini ha apuntadorespecto a Brasil, “esta literatura, ya sea alegórica, testimonial, memorialista o periodística en su251 Ricardo Piglia y Juan José Saer, Por un relato futuro, 14.252 Juan José Saer, Nadie nada nunca, 1980 (Buenos Aires: Seix Barral, 1995).

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