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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 176entendido como un acto de intervención política en este contexto.El texto comienza con una escena escalofriante: un hombre llamado Cindal se retuerce dedolor en la sala de espera de un psicoanalista, proclamando a gritos que está “haciendo” unaúlcera. El episodio de Cindal es una de las tantas somatizaciones de perturbaciones psíquicas queaparecen en el libro, y que barajan las fronteras que separan el dolor físico del psíquico. Larespuesta del médico ilustra la relación entre la experiencia y los cuerpos de saber establecidos.Cindal no tenía una cita, y aunque otros pacientes en la sala estaban dispuestos a cederle sutiempo, el doctor insiste en no recibirlo, aun después de que Cindal suplica por la humillaciónsuprema: “¡Por favor, la internación!” (8). Michel Foucault nos recuerda que la clínica modernasurge cuando el síntoma comienza a significar la enfermedad sin residuos, es decir, cuando éstapasa a ser isomórficamente metaforizable en aquél. El ser de la enfermedad podía ahora serafirmado en su verdad; la soberanía de la conciencia médica había transformado el síntoma en unsigno, en un proceso que no es, innecesario es decirlo, desprovisto de violencia: “pero mirar parasaber, mostrar para enseñar, ¿no es esto una forma tácita de violencia, más abusiva aun por susilencio, sobre un cuerpo enfermo que pide ser consolado, no mostrado? ¿Puede el dolor ser unespectáculo?” 296 La esperanza del alivio lleva a un ofrecimiento del propio cuerpo como signolegible. Cindal anuncia una serie de gestos repetidos más tarde por la voz narradora del texto, 297que recibe su primera lección sobre el papel del silencio dentro de las estructuras del poder /saber: “con el tiempo se ha ido perfeccionando ese silencio analítico hasta ser de ultratumba paraquienes buscan respuestas inmediatas a su desesperación. Cindal se ahorcó esa misma noche”(8).En estado de memoria pasa entonces a relatar una “dependencia con médicos de todalaya, incluidos los dentistas, los ginecólogos y, sobre todo, los curanderos de la más variadaespecie: santeros, chamanas y 'maestras'“ (12). En este grupo el psicoanálisis no es meramenteuna práctica entre otras; la imposibilidad de establecer una escena analítica duradera es decisiva:En términos terapéuticos estrictos, el psicoanálisis siempre me fue escatimado. Nunca, adecir verdad, pude recurrir a un tratamiento clínico individual en el que ofreciera,horizontal, los materiales de mi inconsciente; siempre, por razones económicas, tuve queestar en terapias de grupo, en las que sin mayor esfuerzo logré escamotear a los ojos demis compañeros, y tal vez a la sagacidad del psiquiatra, mi angustia y mi vulnerabilidad(11).PUF, 1963), 84.296 Michel Foucault, Naissance de la clinique: un archéologie du regard medical (París:297 Accepto la corrección del maestro Noé Jitrik: ¿cómo caracterizar la voz que habla en eltexto de Tununa Mercado? Más allá del carácter autobiográfico del texto, no se la podría identificar,sin problematizaciones, con la firma de Mercado, como si el texto no fuera fundamentalmente unaoperación vertiginosa sobre tal firma. La salida que encontrábamos en una versión anterior de estetrabajo, designándola como “protagonista” sin más, implícitamente novelizaba el texto y le restabaalgo de su dimensión más perturbadora. Se la designará aquí, entonces, y de modo no totalmentesatisfactorio, alternativamente como “voz narradora” y “sujeto del texto”.

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