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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 76saludable efecto de reinscribir a Borges en la tradición y ofrecer una contrapartida a lasgrandiosas proclamaciones del boom, que a menudo aludían a la literatura argentina como si noésta no hubiera existido antes de Borges y Cortázar. Hay que resaltar la insistencia de Piglia en elhecho de que Borges opera dentro, nunca fuera, del espacio delimitado por Sarmiento: ladelirante mezcla de citas, las referencias equívocas, la seducción de la barbarie, la coexistencia dela ficción con la no ficción. Todo esto ya está en Sarmiento. El gesto fundamental de Pigliaconsiste, entonces, en reinscribir a Borges en el interior de una tradición respecto de la cual suscuentos a menudo creaban la ilusión, el efecto imaginario, de una independencia absoluta.Empezando con el Facundo, de Sarmiento, la polaridad entre ficción y no ficción, tancentral en Borges, jugaría un papel esencial en la cultura argentina. Para narrarse a sí misma, supropia genealogía y proyecto nacional, la élite argentina no hace uso de la ficción, sino más biende la (auto)biografía (Sarmiento, Mansilla, Cané, etc.). La ficción surge como respuesta a unanecesidad diferente, la de narrar a los otros (indios, gauchos, negros, inmigrantes, en una palabra:los bárbaros). La barbarie exigía un lenguaje ficcional: “la clase se cuenta a sí misma bajo laforma de autobiografía y cuenta al otro con la ficción” (AP 9). La especificidad de la intervenciónde Borges sobre esta tradición fue someter la referencia autobiográfica al vértigo de la ficción,haciendo que sus propias alusiones sistemáticas a la abuela, a su biblioteca inglesa, etc., se leyeranmás como otro cuento borgeano que como mecanismo ostentatorio de autolegitimación. Borgestoma el espejo literario fundamental de la élite argentina y, desde la lógica de esta misma clase, loconvierte en un artefacto vacío; hace inevitable, entonces, la contaminación de la civilización porla barbarie, de la no ficción por la ficción, contaminación implícita en la cultura argentina desdeSarmiento.Si Borges fue el último (y mejor) escritor argentino del siglo XIX, ¿quién abre el siglo XXen Argentina? ¿Quién inaugura lo verdaderamente moderno? Respuesta de Piglia: Roberto Arlt.“Arlt parte de ciertos núcleos básicos, como las relaciones entre poder y ficción, entre dinero ylocura, entre verdad y complot, y los convierte en forma y estrategia narrativa” (CF 28). Arltanuncia la modernidad literaria porque es el primero que entiende el núcleo conspiratorio de lapolítica argentina moderna. En contraste con el naturalismo, el realismo socialista y elcostumbrismo, que operan con elementos puramente coyunturales, Arlt escribió lo que para Pigliaes la gran ficción política, la que capta el núcleo fundamental y secreto alrededor del cual seestructura una sociedad. La falsificación y el engaño, la conspiración perenne de la políticaargentina, sus complots clandestinos y narrativas visionarias, utópicas y distópicas: ésta es lamateria prima de la escritura de Arlt. En Los siete locos y Los lanzallamas, el Astrólogo (cuyodiscurso barrocamente mezcla fascismo, bolchevismo y misticismo tecnológico) introduce unadesolada y apocalíptica tecnocracia industrial en la que “la mayoría vivirá mantenidaescrupulosamente en la más absoluta ignorancia, circundada de milagros apócrifos.” 140 La utopíaha degenerado aquí en paranoia totalitaria, organizada de acuerdo a una lógica rigurosa,seductora y maquiavélica. El Astrólogo representa al profeta que vive la tecnología como relato1986), 94.140 Roberto Arlt, Los siete locos / Los lanzallamas (Buenos Aires: Biblioteca Ayacucho,

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