www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 52primer mundo” - y, de forma bastante irónica, de gran parte de la narrativa de oposición escritacontra ellos.La afirmación de José Louzeiro sobre su Infância dos Mortos (1977) sintetiza la retóricanaturalista del romance-reportagem: “los hechos que dan sustancia a esta narrativa fuerontomados de nuestro amargo cotidiano. El autor no se preocupó por alinearlos cronológicamente,ni se abstuvo de describir situaciones brutales, que muestran muy bien el grado dedeshumanización a que hemos llegado”. 101 Un comentario que en otro contexto habría podidosonar a truco ficcional, o verosimilitud fingida, aparecía ahora como estrategia de legitimación deuna “copia de lo real” que inocentemente creía en su propia transparencia. Si el romancereportagemterminó dando algunos de los mayores éxitos de mercado en el Brasil de los setenta,la explicación hay que buscarla en estas apelaciones naturalistas a la neutralidad y latransparencia, ahora fundidas en una estética de la abyección moldeada fundamentalmente a partirde los medios de comunicación. El enmascaramiento sistemático de sus propias condiciones deproducción en cuanto texto hizo posible la identificación catártica del lector con un reporteroguerreroque parecía flotar por encima de todas las tensiones sociales. Tal heroización delperiodista llenó, también de forma imaginaria, el vacío creado por la derrota de la oposiciónarmada a la dictadura. Entre 1968 y 1973 el voluntarismo putschista de la guerrilla habíaalimentado la esperanza de derribar al régimen militar con la acción aislada de una autotituladavanguardia -- militarización, claro está, bastante reduccionista de la política. La “valentía” y el“valor” del reportero que “trae a la luz la verdad censurada” se nutrían de una operación análoga:la política brasileña se seguía narrando con metáforas militares, incluso en el campo de oposición.He aquí un eco del lenguaje que dominó la narrativa brasileña en ese momento: “algunos arriesganla piel en las guerras. Otros arriesgan la piel en las revoluciones. John Reed fue uno de ellos.Hemingway fue uno de ellos. Murilo de Carvalho es uno de ellos. Un hombre que anda detrás dehistorias que contar. Un cazador de la realidad. Un reportero”. 102 Lo que está en juego aquí,desde luego, no es el valor de verdad de tales afirmaciones, sino el proceso por el cual su mismasintaxis mimetiza los medios de comunicación, mientras que su semántica, aunque intenta alcanzarla política, permanece dentro de la mera técnica militar.Está en lo correcto, entonces, Flora Süssekind, cuando sugiere que la función delromance-reportagem fue ofrecer una compensación simbólica. 103 Su función compensatoriaestribaba no sólo en proveer información bloqueada por la censura, sino que también articulabauna dimensión afectiva. En una sociedad civil que enfrentaba una derrota desmoralizante, laliteratura se encargaba de asegurarnos que la verdad y la razón estaban de “nuestro” lado. Alinscribirse en la retórica maniqueísta de la dictadura, el naturalismo no sólo renunció a convertirseen espacio de reflexión sobre los errores de la resistencia o las concepciones míticas de lonacional-popular hegemónicas en el campo de oposición. Reforzó, además, una sustitución1984), 37.101 Louzeiro, citado en Süssekind, Tal Brasil, Qual Romance? (Rio de Janeiro: Achiamé,102 Faerman citado en Süssekind, Tal Brasil, 178.103 Süssekind, Tal Brasil, 177.
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 53compensatoria por la cual la clase media expiaría la culpa de haberse juntado a la histeria anticomunistay apoyado el golpe, todo en la esperanza de un ascenso social que al final se veríafrustrado. De aquí se puede deducir que la crisis del romance-reportagem es coextensiva ycontemporánea al fracaso de una cierta narrativa épica acerca de la política brasileña. Elromance-reportagem no conocía otros tipos sociales aparte de los villanos (dictadores,torturadores y traidores) o héroes (valientes periodistas en búsqueda de la verdad, ésta reducidaa la mera noticia) porque pretendía narrar la historia de una caída, la trayectoria de un mundo sinredención posible, con el lenguaje de los géneros clásicos, la tragedia o la épica. Es decir, lailusión específica al “giro periodístico” fue pretender hacerse cargo de la representación de unmundo caído (un mundo, por tanto, novelístico, en que todo heroísmo activa su doble paródico)con un lenguaje prenovelístico, épico. Cuando intentaba dotar el sino de un personaje mundano,cotidiano, de una dimensión trágica, la novela periodística producía una paradoja irresoluble, yaque toda la simpatía y solidaridad que su destino pudiera inspirar dependía del hecho de que elpersonaje era “uno de nosotros”, un ciudadano común, activista estudiantil o trabajador. Ellenguaje que lo narra a ese personaje, sin embargo, insiste en convertir su caída en un hecho deproporciones trágicas, o sus victorias parciales contra el régimen en aventuras épicas. Seremueven, por tanto, estos hechos del terreno en que tenían sentido, es decir, el de laexperiencia. En otras palabras, el callejón sin salida en que ese sector de la literatura brasileña seencontró tenía que ver con el impulso de construcción de un sujeto lleno y clásico en un mundogobernado por el desarraigo trascendental lukácsiano - desgarramiento fundante del lenguajedescentrado de la novela. Es decir, la incompetencia fundamental del romance-reportagemresidía en su incapacidad de lidiar con la pérdida. 104Además del privilegio del periodismo como modelo de escritura de ficción en Brasil, elCono Sur presenció una proliferación de narrativas confesionales por actores políticos deoposición, sobre todo prisioneros y víctimas de la tortura. Textos como Preso sin nombre, celdasin número, de Jacobo Timerman, The Little School de Alicia Partnoy, O Que é Isso,Companheiro?, de Fernando Gabeira, Tejas verdes, de Hernán Valdés, y muchos otros, traíanal primer plano la atrocidad absoluta. Ya no había aquí ningún rodeo posible, ningún terrenointermedio, ninguna reconciliación, cuando los regímenes en cuestión habían desarrollado talarsenal de técnicas: descargas eléctricas en los genitales, ejecuciones falsas, violaciones, palizas,submarinos, humillaciones de varios tipos, tortura en niños y mujeres embarazadas, tortura amenudo aplicada a prisioneros encapuchados, asistida por médicos y convertida en verdaderaciencia. Puede que no sea inútil decir todo esto una vez más, para que se recuerde el terrenohistórico sobre el que reposa el mercado actual. Este es un gesto necesario, pero, como sabemos,insuficiente. La acumulación de hechos provista por la literatura testimonial representó un pasocrucial, no sólo para convencer a aquellos que insistían en negar lo obvio, sino también para lasbatallas jurídicas que han tenido lugar y seguirán durante los próximos años. 105 Sin embargo, la104 Ver el artículo de Francine Masiello para una crítica, en el contexto argentino, de uncomparable naturalismo escandaloso, aparentemente radical: “Contemporary Argentine Fiction:Liberal (Pre-)Texts in a Reign of Terror”, Latin American Research Review 16 (1981), 218-24.105 Otra de estas batallas jurídicas ha sido ganada recientemente, cuando el Congresobrasileño aprobó una moción para proveer indemnización a los familiares de casi doscientos