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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 161posibles:La chica me atendió con la cortesía monótona del personal de servicios americano. Noque yo prefiriese una chica malhumorada, pero era indiscutiblemente monótonoconfrontarme una vez más con aquella presteza impecable, aquella simpatía discreta dequien hace la cosa más importante del mundo, la creencia ciega de que cada uno da loque le corresponde por la grandeza de algo que termina siempre siendo un país (B 152).Sería instructivo comparar el relato de su estancia en Boston con otras narrativas de viaje en laAmérica contemporánea, sobre todo las de Wim Wenders y Baudrillard. En cuanto a áquel,César Guimarães há señalado que tanto en Der kurze Brief zum langen Abschied, de PeterHandke, así como en las varias películas de Wenders sobre América, “los mitos construidos porlos americanos para explicar su propia historia (y cuya gran fábula sigue siendo la conquista delOeste) representan no sólo una posibilidad de conocimiento, sino una oportunidad de contarhistorias,” 276 mientras que para Noll la banalidad ha saturado el horizonte de lo visible hasta talpunto que sólo en un momento en la narrativa puede el narrador anticipar, de mala fe, que“volvería al Brasil lleno de cosas nuevas para contar en los libros” (B 57). Mientras que elprotagonista de Der kurze Brief “aprende con los mitos americanos” y cree que “todavía hayalgo que ver y contar. No sólo en el paisaje, en la arquictectura de las ciudades, autopistas ydesiertos, sino también en las historias contadas por el cine americano” 277 , los narradores de Nollno reconocen en la cultura de masas ninguna historia de experiencias ya vividas, sino más biencontemplan una experiencia cosificada y saturada de clichés condenada a repetir, ad infinitum, losgiros lingüísticos de alguna película B o comedia de televisión: “pero todas las palabras quedecía, aquella casa, todo aquello me parecía de una película antigua” (HA 38). Como enAmérique, de Baudrillard, el simulacro impera. La diferencia entre Baudrillard y Noll, sinembargo, es que en el segundo no encontramos trazas de la fascinación que atraviesa el libro deBaudrillard, todavía demasiado moderno en su añoranza europea por una “utopía realizada” enAmérica. Baudrillard está sin duda más cerca de Humboldt y Tocqueville que de Noll, en el cultoanti-intelectual de la experiencia vivida (de cuya resurgencia estetizada en el siglo XX, apropósito, Benjamin sospechaba tanto, viendo en tal culto las huellas del fascismo): “Recorre diezmil millas en América y sabrás mucho más sobre este país que todos los institutos de sociología ode ciencias políticas juntos” 278 . Noll ciertamente se distanciaría de tal optimismo de viajero, yciertamente no por alguna confianza especial en la sociología o las ciencias políticas.Al volver a Río el narrador de Bandoleiros reflexiona sobre el fracaso de su último libro,Sol macabro, y sobre su matrimonio abortado con Ada, quien intenta a su vez recuperarse deuna desastrosa estancia en Boston. Al examinar su pasado, ve a su mejor amigo, João - su276 Guimarães, 161.277 Guimarães, 161-2.278 Jean Baudrillard, Amérique (París: Bernard Grasset, 1986), 109.

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