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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 72La literatura trabaja la política como conspiración, comoguerra; la política como gran máquina paranoica y ficcional.(Ricardo Piglia) 136La ciudad ausente, de Ricardo Piglia (1992) reordena una compleja cadena deintertextos en la que la novela misma se inserta como pieza móvil. Desde luego, las narrativas dePiglia son siempre lecturas, tanto de la literatura argentina (Sarmiento, Borges, Macedonio, Arlt,Marechal, Walsh, por mencionar seis de los nombres más importantes) como de ciertosmomentos clave del canon occidental - Joyce, Kafka, Brecht, el relato policial norteamericano.En las ficciones de Prisión perpetua y Respiración artificial y en los ensayos de Crítica yficción y La Argentina en pedazos, surgen una serie de preguntas después replanteadas en Laciudad ausente: ¿qué significa hacer de Macedonio Fernández y Roberto Arlt los grandes pilaresde la modernidad en la ficción argentina? ¿Cuál es la sintaxis de la apropiación pigliana de estasfirmas? ¿En qué sentido puede uno plantear que Borges es la culminación de la literatura argentinadel siglo XIX? ¿Cómo deduce Piglia una teoría del estado argentino desde el marco de la novelapolicial? En los dos próximos capítulos se tratará de mapear la trayectoria intelectual de Pigliahasta La ciudad ausente, no bajo la forma de un recuento lineal, sino a través del análisis dealgunos nudos conceptuales privilegiados en su ficción y su trabajo crítico.En las dos novelas de Piglia los argumentos, aunque notablemente ingeniosos, no generanmucho interés a no ser que se planteen esas preguntas teóricas. La narración está en Piglia tanentretejida con la reflexión metaliteraria que sus novelas, de cierto modo, vacían todo comentario,atrapándolo y haciéndolo confesar que ha sido ya leído, de antemano, por la misma narrativa quepretendía analizar. El texto de Piglia se ofrece como un cebo hacia el que el lector es seducido, ydel cual él debe, entonces, intentar escapar por medio de la crítica, como forma de no convertirseen alimento del mismo texto, mero grano absorbido y previsto por la ficción. De este modo seinvita al comentario crítico a ocupar los lugares que el texto no llena, y desde los que se podría,potencialmente, describir su fundamento. Desde luego, tal punto virtual siempre resulta estar enotro lugar, como los estantes de Alicia, siempre vacíos cuando los de alrededor misteriosamenteparecen llenos. El lector de Piglia se siente a menudo abrumado por la sensación de que el puntodesde el que ha decidido mirar a la novela resulta ser un reflejo fantasmático producido a prioripor la novela misma, como si el lenguaje crítico estuviera siendo guiado a un engañoso abismo sinfondo. En ese sentido fue Piglia, y no Mujica Láinez, como se llegó a afirmar, quien escribió las136 Crítica y ficción, 1986, 2ª edición (Buenos Aires: Siglo XX y Universidad Nacional delLitoral, 1993), p.121, en lo subsiguiente citada como CF. Las otras obras de Piglia citadas en estecapítulo y en el siguiente son: La ciudad ausente (Buenos Aires: Sudamericana, 1992);Respiración artificial (Buenos Aires: Sudamericana, 1980); Prisión perpetua (Buenos Aires:Sudamericana, 1988); Nombre falso, 1975, edición definitiva (Buenos Aires: Seix Barral, 1994); yLa Argentina en pedazos (Buenos Aires: Ediciones de la Urraca, 1993), a partir de ahoraidentificadas, respectivamente, como CA, RA, PP, NF, y AP, con los números de página entreparéntesis. En este capítulo y el siguiente he usado material de mi “Cómo respiran los ausentes,”Modern Language Notes 110 (1995): 416-32.

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