www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 88aprendizaje de la espera. La utopía de Macedonio prometía una novela, haciendo, a la vez, deesa promesa la necesidad e imposibilidad definitivas de la novela. En la paradoja de anunciar,posponer y prefaciar la esperanza de una fracasada teleología, Macedonio llevaba la lógica de lavanguardia a sus últimas consecuencias. La afirmación de que “mi novela es fallida” (197), en losprólogos de Macedonio, designa así no una contingencia técnica, sino la misma esencia de lanovela. Sólo en la medida en que fracasara podía ella existir como novela; para Macedoniolo novelístico no tenía otro sentido más que un abrazo del fracaso en llevar a cabo una promesa:“Novela cuya existencia novelesca para tanto anuncio, promesa y desistimiento de ella, y seránovelesco un lector que la entienda” (195). La espera potencialmente interminable vaciaba apriori toda recuperación compensatoria. Por oposición al objeto eficiente de las cienciasinstrumentales, la novela pretendía ser un objeto ur, el “objeto educido por la esperanza” del quenos habla Borges 158 , un objeto utópico, que solo existiría en cuanto reivindicación de su propiaexistencia.En las secciones diegéticas del Museo - o “capítulos”, por oposición a los más decincuenta “prólogos”, en esa más que incierta distinción cuando se trata de cosas macedonianas -muchos de los diálogos entre los personajes y su creador, El Presidente, toman la forma de unavariación perversa sobre el diálogo socrático. El Museo, junto con Rayuela, Respiraciónartificial y otras más, pertenece a una tradición novelística argentina que cuestiona y parodia elmétodo dialógico-socrático de búsqueda de la verdad. La utopía macedoniana por excelencia -la disolución de todo principio de realidad - lleva su texto a apuntar hacia la imposibilidad caóticae irreductible del diálogo socrático. En la medida en que los personajes se convierten en unidadesminúsculas, desprovistas de toda psicología e historia, ellos invariablemente interpelan al autor(fantasmatizado como El Presidente) sobre su condición, sobre lo que son o les gustaría ser, lasbases de su propia existencia, el futuro de su peregrinaje. Una de las respuestas típicas delPresidente es la invitación a que ellos se desrealicen a través de la imaginación ficcional, quesueñen ser meros objetos de pensamiento. Al conversar sobre su existencia precaria, derivativa,de objetos inventados por la esperanza, los personajes se entregan a una hermenéutica caída,paródica, a través de la cual la novela se acerca al abismo de nunca progresar hacia lademostración de un principio de inteligibilidad. Antisocráticamente, los personajes se contradicena sí mismos en su investigación, vuelven atrás, borran o empiezan de nuevo, variando según elcallejón sin salida lógico en que aterrizan a cada momento dado. Mientras que el diálogo158 Jorge Luis Borges, “Tlön Uqbar, Orbis Tertius,” Ficciones, 1944, en Prosa completa,vol. 2, 120. Véase la distinción que hace Alberto Moreiras entre objeto eficiente y objeto tenue, nocomo dos tipos de objeto, sino como dos modos de manifestación de la escritura. Mientras que elmodo eficiente opera en el objeto para organizar una ontología, el tenue la desorganiza ydeconstruye. Si toda hermenéutica debe necesariamente constituir un objeto eficiente para susoperaciones de decodificación, el objeto tenue apunta a lo que no se presta a totalización simbólica einterpretación. Mientras que el objeto eficiente lucha por presentar lo impresentable (arrojar luzsobre el fundamento primero, descifrar el axioma fundamental), el objeto tenue insiste en lairrepresentabilidad de lo presentado (la instancia en que toda representación se desmorona). Véaseel uso que hace Moreiras de esta distinción para reflexionar sobre el estatuto de Latinoaméricacomo objeto del discurso crítico latinoamericanista. “Epistemología tenue (sobre ellatinoamericanismo),” Revista de Crítica Cultural 10 (1995), 48-54.
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 89socrático se hace legible por la necesidad rigurosa de cada paso a partir del anterior, por laarquitectura cuidadosamente diseñada de todo, por la progresión teleológica hacia la cuestiónfundacional, la estrategia macedoniana da el alto a esa teleología con una paradoja, frustra lainterrogación detectivesca, revela la naturaleza imaginaria de todas las conexiones, interrumpe suverosimilitud. En una palabra, la antinovela macedoniana introduce la risa sofista en la seriedad dela altisonante marcha hermenéutica.Al igual que la antítesis del utopismo babélico de Roberto Arlt ganaba cuerpo, para Piglia,en la defensa cuasi-fascista hecha por Leopoldo Lugones de la pureza lingüística criolla, laantítesis de la poética de la invención de Macedonio Fernández se cuaja en la ficción realistasocialde Manuel Gálvez: “Polémica implícita de Macedonio con Manuel Gálvez. Ahí están lasdos tradiciones de la novela argentina. Gálvez es su antítesis perfecta: el escritor esforzado,‘social’, con éxito, mediocre, que se apoya en el sentido común literario.” (PP 93). Estaoposición tiene una resonancia importante en los debates culturales argentinos y latinoamericanosde hoy en día. En la postdictadura se observa un retorno generalizado al “sentido común” y al“realismo” de la acomodación a los límites de lo posible. Los progresistas debemos haber“aprendido una lección” sobre el “respeto a la democracia y la vida”. La reciente absorción deintelectuales progresistas (sobre todo científicos sociales) por el aparato estatal testifica la fuerzade esta doxa. La necesidad de autocrítica por parte de la izquierda se confunde, demasiadofácilmente, con una sumisión tranquila a la autoritaria y limitada democracia liberal de laspostdictaduras latinoamericanas. En la esfera literaria, este giro antiutópico encuentra su expresiónen una versión conservadora del posmodernismo, que responde al agotamiento de la firmamodernista resignándose a un modelo de relato casual, “puramente literario,” libre deexperimentación, conservador estética y políticamente. Para Piglia, el legado de MacedonioFernández sigue siendo el antídoto mas eficaz contra este etos de la conformidad: “No se trata dever la presencia de la realidad en la ficción (realismo), sino de ver la presencia de la ficción en larealidad (utopía). El hombre realista contra el hombre utópico. En el fondo, son dos maneras deconcebir la eficacia y la verdad. Contra la resignación del compromiso realista, el anarquismomacedoniano y su ironía” (CF 178-9). Este proyecto anárquico se volvería después el eje centralde la novela postdictatorial de Ricardo Piglia, La ciudad ausente, sobre la cual se hablará acontinuación.