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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 135Denominada Escena de avanzada por su teórica más importante, Nelly Richard, lavariedad de producciones artísticas en el seno de la cual surgió la ficción de Eltit, hizo de lamemoria simbólica de Chile su foco privilegiado de intervención. Un momento inaugural en esteproceso fue la publicación de Manuscritos, revista editada por Ronald Kay y diseñada porCatalina Parra, en que imagen y texto se entrelazaban, atestiguando la irrupción del espaciourbano como interlocutor del texto poético. La colección de fragmentos de Ronald Kay, titulada“rewriting,” traía el subtítulo “La calle = la física de la matemática poética,” y afirmaba que “elpaso de la multitud por la letra, la huella que aquélla deja en ésta es la impresión queefectivamente hay que leer.” 215 Palabras como “huella,” “impresión” e “inscripción” sonindicativas de un vocabulario que ganaría proeminencia en el arte chileno, especialmente en lateorización de la memoria. La yuxtaposición de texto y fotos grisáceas de Santiago (en las quepeatones circulaban aparentemente ajenos a la catástrofe que se gestaba) ofrecía un emblema dela experiencia urbana bajo dictadura, percibida por la voz poética como experiencia indecible.Sobre un mapa de Santiago, una “estrategia textual Quebrantahuesos” encuadraba fragmentospoéticos que se autonomizaban como mónadas:En el Quebrantahuesos se traza una escritura automática que no obedece a losdictámenes proferidos por el inconsciente del individuo (como lo hizo elsurrealismo; en tal sentido todavía sometido a la autoridad de la magnainspiración) sino que, a partir del corte y del de/collage del diagrama textual, ganasu objetividad (y su objeto, su texto) por la necesidad del azar inmanente a lamecánica del material impreso que relaciona y viabiliza otro, su texto en la texturaestratificada de la prensa.En los notables fragmentos de Ronald Kay ya se anunciaba una de las preocupacionesno trataré aquí, véase el riguroso análisis de Marina Arrate en “Una novela como radiografía: Porla patria,” Tesis de Maestría, Universidad de Concepción, 1992, además de Rodrigo Cánovas,“Apuntes sobre la novela Por la patria, de Diamela Eltit,” Acta Literaria 15 (1990), 147-60 yRaquel Olea, “Por la patria, una épica de la marginalidad,” Lar 11 (1987), 2-6. Sobre la ficción deEltit en su totalidad, véase Nelly Richard, “Tres funciones de escritura: deconstrucción, simulación,hibridación,” Una poética de literatura menor: La narrativa de Diamela Eltit , ed. Juan CarlosLértora (Santiago: Cuarto Propio, 1993), 37-51. Sobre Lumpérica y Por la patria, se puedeconsultar el excelente trabajo de Djelal Kadir, The Other Writing: Essays in Latin America’sWriting Culture (West Lafayette: Purdue UP, 1993), 177-201 y Julio Ortega, El discurso de laabundancia (Caracas: Monte Avila, 1990), 255-77. Para el mejor y más informado análisis dealgunos momentos clave de la literatura chilena postgolpe (Eltit, Zurita, Muñoz, Maqueira, Fariña,Juan Luiz Martínez, Berenguer, etc.) véase Eugenia Brito, Campos minados: Literatura postgolpeen Chile (Santiago: Cuarto Propio, 1990). Sobre la literatura de mujeres en Latinoamérica yespecialmente en Chile, ver Berenguer et al, Escribir en los bordes: Congreso internacional deliteratura femenina latinoamericana (Santiago: Cuarto Propio, 1990). De interés variable son losartículos sobre la transición chilena compilados en Cuadernos Hispanoamericanos 482-83 (1990).215 Ronald Kay, ed., Manuscritos (Santiago: D.E.H., 1975), 26.

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