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alegorias.pdf

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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 151cuerpo en la imposibilidad de afirmación. El diferendo irreductible entre los dos textos no sería,por tanto, que uno es alegórico mientras que el otro no lo es, sino que el impulso alegórico delprimero, la afirmación de lo imposible - pues ésta es una de las definiciones de alegoría: unarelación mimética con lo imposible- se alza, en Los vigilantes, al cuadrado: se dramatiza laimposibilidad postdictatorial de afirmar lo imposible. Si lo que se ha perdido es nada menos quelo imposible, caracterizar la dramatización de esta pérdida como alegórica sería nada más quepleonástico: sólo hay alegorías de pérdidas, el duelo por la pérdida es lo que funda el imperativoalegórico. Relación irreductible, entonces, entre alegoría e imposibilidad: alegórico es todoaquello que representa la imposibilidad de representar. El objeto de la alegoría sólo seofrecería al conocimiento, por definición, como objeto perdido, objeto en retirada. Sólo enrelación con este objeto perdido - lo imposible ya no rescatable como objeto pasible deafirmación - la ficción postdictatorial vislumbraría el suelo que la constituye y circunscribe, y sobreel cual ella misma se sostiene, el suelo del olvido.CAPÍTULO 7BILDUNGSROMAN EN SUSPENSO:¿A QUIÉN TODAVÍA ENSEÑAN LOS RELATOS Y VIAJES?El tiempo, este “vivido” esencial, este bien entre los bienes, no seve, no se lee. No se construye. Se consume, se agota y ya. Nodeja trazas. Se disimula en el espacio bajo los escombros que loencubren y de los cuales uno pronto se deshace: los residuos soncontaminantes.(Henri Lefebvre) 250En un diálogo con Juan José Saer publicado como Por un relato futuro, Ricardo Pigliaidentifica tres tendencias fundamentales en la novela contemporánea. La primera se vincula a loque él llama “poética de la negatividad,” basada en un rechazo a todas las convenciones de lacultura de masas y una posición de negación radical, cuyo resultado final sería el silencio. Losejemplos señalados por Piglia son Samuel Beckett y, en Argentina, el mismo Juan José Saer. Son250 Henri Lefebvre, La production de l’espace (París: Anthropos, 1974), 114. Para estecapítulo me he basado en mi intento anterior de examinar la ficción de Noll: “Bares desiertos ycalles sin nombre: Literatura y experiencia en tiempos sombríos,” Revista de Crítica Cultural 9(1994): 37-43.

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