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alegorias.pdf

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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 158trataba de arrancar, en un esfuerzo heroico, ‘lo nuevo’ del eterno retorno de lo mismo” 270 . Elchoque de la novedad recapturaría el momento epifánico redentor de una experiencia reificada.Como Fredric Jameson ha notado en un ensayo reciente, ése era el atisbo de que “el ser pudieraotra vez, por un breve momento, desocultarse” 271 . Una de las manifestaciones de esta concepciónde verdad en la literatura moderna - lo que Jameson llama, siguiendo a Heidegger, eldesocultamiento del ser - sería precisamente el relato de una otredad radical, un encuentroiluminador o epifánico con la alteridad. Uno de los tropos fundamentales de ese encuentro ha sidoel viaje, ya sea en el espacio o en el tiempo. El flâneur sería entonces un viajero que hace de susexploraciones en su propia ciudad un viaje a lo desconocido. Para Noll, el problema reside en elhecho de que ya no está dada la posibilidad de remitir la deriva a la alteridad que antes sostenía yguiaba el viaje en la literatura moderna.A diferencia de los viajes que constituían uno de los géneros privilegiados de la literaturamoderna, de Swift a Humboldt y Jack Kerouac, los viajes de Noll no están dotados de ningunafunción liberadora, pedagógica o edificante. La arquitectura general del texto de Noll - la derivaconstante, el foco en la primera persona, el intento individual de extraer significado del pasado, lanaturaleza temporalizada de todo - invita a una aproximación al Bildungsroman, excepto quenunca hay ningún Bildung, puesto que los personajes han perdido la capacidad de aprender de laexperiencia o, lo que lleva a lo mismo, la experiencia ya no puede ser sintetizada para formar unaconciencia individual. 272 Progresión, conflicto y resolución son aquí categorías inoperantes.Mientras que el viaje moderno a una otredad histórica, geográfica o experiencial, forzaba al héroea una síntesis del pasado y a un salto en su formación, la deriva que encontramos en la ficción deNoll empobrece a sus protagonistas aun más. La irrupción de fragmentos del pasado no desplazaal protagonista más allá de la mismidad temporal a la que parece condenado. El proceso deformación del sujeto pone en escena una mirada al pasado que no encuentra nada que identificaro reconocer. A los personajes de cuarenta y tantos años, sin nombre, solteros, sin empleo yfracasados de Noll se los podría entonces entender como una transformación significativa en latradición moderna del viajero/flâneur: inadaptados, negadores del mundo que los rodea, quienes,sin embargo, no se vuelven portadores de un principio alternativo. Puesto que a la marginalidad se270 Benjamin, Passagen, 351.271 Fredric Jameson, “Utopia, Modernism and Death,” The Seeds of Time (Nueva York:Columbia UP, 1994), 85.272 Como César Guimarães ha apuntado, Noll reemplaza el viaje que proveía el modelo parael Bildungsroman con otro tipo de desplazamiento, la deriva. Si, como Wim Wenders afirma, “elviaje como tiempo de aprendizaje para comprender el mundo, este sueño, ya no es hoy pensablepara nosotros” (cit. en Guimarães 164), el ser que viaja ha sido desprovisto de todo devenir,“movimiento de devenir otra persona se encuentra paralizado” (164). De aquí la afirmación quehace Guimarães de que los personajes de Noll “experimentan sin constituir experiencia” (160), encontraste con la ficción de Peter Handke, que todavía puede ofrecer la utopía de una relación únicacon objetos y así recapturar alguna narrabilidad en la experiencia. Véase su excelente análisis en“As Imagens da Memória: Fonemas, Grafemas e Cinemas nas Narrativas da Contemporaneidade.”Diss. Universidade Federal de Minas Gerais, 1995.

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