www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 132historia vislumbra en cada momento barbárico del pasado un testimonio reconfortante de laacumulación progresiva de la cultura. La mesiánica, opuesta radicalmente a tal redencióntrascendental, prefiere ver en cada tesoro cultural del pasado los fracasos, las derrotas, laviolencia, la barbarie que le confiere a la cultura su suelo fundante. En este sentido, lainterpretación cíclica del eterno retorno alivia todas las catástrofes, restaurando un contentamientoimaginario que eludiría la tarea del duelo. Por otro lado, la interpretación diferencial y mesiánicadel eterno retorno abraza, acoge las ruinas dejadas por las catástrofes y se encuentra, desdesiempre, en perenne peligro de una caída irreversible en el abismo de la melancolía. Graciliano seencuentra al borde de este abismo cuando cierra el diario: “Fui a buscar a Heloísa al puerto hoy.Vino con nuestras dos hijas menores. No sé como vamos a caber todos en el exiguo cuarto de lapensión” (EL 235).Sin embargo, Em Liberdade es un texto escrito con alegría, en la alegría, y toda la críticadel martirio sería mal interpretada si ignoráramos este componente fundamental. Es la paradoja deuna alegría melancólica lo que hay que comprender aquí. Pocas son las entradas en queGraciliano no haga referencia a la pasión, a la exultación ante la recuperación de su energíacorporal, o la convicción de que sólo una gaya ciencia puede oponerse a la maquinaria de laideología reactiva. No se trata simplemente que la alegría y la melancolía se encuentrenyuxtapuestas, coexistan en el diario de Graciliano. Más que esto, se afirman juntas, al mismotiempo, tal afirmación simultánea de polos opuestos siendo, según Deleuze, la definición misma dela paradoja. 212 Pues es la alegría en la melancolía - la alegría que se deriva de la melancolía deuno ante la barbarie política - que asegura que uno no ha sido entumecido por la pila decatástrofes hasta el punto de tomarlas como naturales; por la misma razón, es la melancolía en laalegría, el reconocimiento de un límite, una impotencia fundamental de la afirmación gaya lo queevita que la alegría caiga en la felicidad complaciente propia de los que son ciegos a la catástrofe.Esta paradoja sería la respuesta de Em Liberdade a la pregunta nietzscheana planteada alprincipio - ¿cómo cumplir el duelo afirmativamente? Esta respuesta tiene el carácter perturbadorpropio de las paradojas, pero paradojal sería la definición más adecuada para el proyecto quesuscribe esta novela: escrita en primera persona, alrededor y a través de nombres propios, peroanticonfesional; estructurada por la repetición, pero anticíclica; despiadada en su pillaje de otraphilosophie (París: Minuit, 1972), 31-78. Radicaría en Walter Benjamin el atisbo de un concepto defuturo no reductible a la presencia, y sería para tal chispa que Derrida habría reservado, en susobras recientes, los nombres de justicia, promesa y don. Para lo que vincula el futuro como promesaabierta a la indeconstructibilidad de la justicia--justicia que debe ser siempre diferenciada de la ley yde la totalidad de cualquier sistema jurídico--, véase Spectres 16-48, passim. Para lo que vincula elpensamiento de la utopía a la tarea de seguir pensando lo imposible, véase Jameson, “Marx’sPurloined Letter”. Algunos apuntes iniciales míos acerca del tema están publicados como “Marx, eninminencia y urgencia,” Revista de Crítica Cultural 11 (1995): 63-6 y “El espectro en latemporalidad de lo mesiánico: Derrida y Jameson a propósito de la firma Marx,” La invención y laherencia 2, Santiago: ARCIS-LOM, 1995. 22-32212 “El buen sentido es la afirmación de que, en todas las cosas, hay un sentido [sens]determinable; pero la paradoja es la afirmación de dos sentidos a la vez.” Gilles Deleuze, Logiquedu Sens (París: Minuit, 1969).
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 133firma, pero concebida como un gesto de amor; melancólica en su abrazo de la derrota, perohaciendo de tal aceptación una afirmación gaya. Em Liberdade dice “sí,” en una palabra, a lasderrotas sufridas en el pasado, para que se pueda empezar de nuevo una labor radical sobre latarea del duelo.¿Cuál sería, entonces, la noción de restitución que se maneja en Em Liberdade? En Laciudad ausente, de Piglia, observábamos un proceso a través del cual el rescate del pasado -emblematizado en la figura anárquica y utópica de Macedonio Fernández - recuperaba para elpresente la posibilidad de un relato alternativo. En La ciudad ausente el pasado es salvado en elpresente. Em Liberdade suscribe un proyecto simétricamente opuesto: es el presente - cada unode los varios presentes de la novela - que es redimido por el pasado. Graciliano no “se apropia”de Cláudio Manuel, sino, más bien, es apropiado por él, para que Cláudio, el pasado, puedahablar, no en cuanto presente, sino como irreductiblemente pasado. El vínculo entre Santiago yGraciliano se predica en la misma relación, de tal modo que lo que se restituye no es la posibilidadde que el presente pueda narrar el pasado (o sea, el gesto utópico que funda la novela de Piglia),sino de que el pasado pueda narrarse a sí mismo en tanto pasado en el presente, siendo éste elprerrequisito para que el presente pueda narrarse a sí y al futuro. En la restitución de Piglia hayuna deuda con el futuro que sólo se paga a través de una apropiación del pasado como materianarrable, como fuente de relatos alternativos. En la restitución de Santiago hay una deuda con elpasado, cuyo abono sería la premisa mayor para la posibilidad de imaginar cualquier futuro.“Postdictadura” designa, en este libro, además de un momento histórico y un imperativo de duelo,la relación de necesaria indecidibilidad entre estas dos voluntades.