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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 58que la historia se suspende y es contemplada en la cristalización de sus ruinas. La naturaleza seconvierte aquí en emblema de la muerte y la decadencia, una manera de relatar una historia queya no puede ser concebida como una totalidad positiva. “En el semblante de la naturaleza se dejaleer ‘historia’, en inscripción sígnica [Zeichenschrift] de lo transitorio. La fisionomía alegórica dela historia natural, puesta en escena en el drama lutilúdico barroco [Trauerspiel] se encuentra enla realidad presente en cuanto ruina”. 113 La alegoría sería entonces una forma desesperada, laexpresión estética misma de la desesperanza. El florecimiento de la alegoría en tiempos dereacción política nada tendría que ver con la difundida explicación de que para escapar a lacensura la literatura construiría formas “alegóricas” de decir cosas que en otras condiciones sepodrían expresar “directamente”. 114 La alegoría es la faz estética de la derrota política - véase larelación entre el barroco y la contrarreforma, la poesía alegórica de Baudelaire y el SegundoImperio, la valencia actual de la alegoría en la posmodernidad - no gracias a algún agenteextrínseco, controlador, sino porque las imágenes petrificadas de las ruinas, en su inmanencia,conllevan la única posibilidad de narrar la derrota. Las ruinas serían la única materia prima que laalegoría tiene a su disposición.Se trata aquí de enfatizar la ruptura que presupone la alegoría con los modos derepresentación basados en ciertos efectos “maravillosos”, “mágicos”, o “fantásticos”. Adiferencia del realismo mágico, donde la irrupción del elemento insólito tiene lugar dentro de ununiverso miméticamente creíble (poniendo así en escena la confrontación entre lógicas opuestasque es la traza definidora del género), en las fábulas alegóricas el texto hace saber al lector, desdeel principio, que se encuentra en un lugar otro. No hay, por lo tanto, ninguna irrupción de loinesperado o de lo mágico en las novelas alegóricas. En este respecto se asemejan más a latradición oral de las parábolas, en que las reglas de verosimilitud no son violadas dentro delcuento, sino más bien puestas en suspensión a priori, como requisito para el desarrollo mismo dela historia. Sólo suspendiendo la verosimilitud pueden ellas preparar el escenario para narrar lamonstruosidad que es su objeto. La verosimilitud debe ser previamente suspendida porque eltexto no soporta el conflicto entre lógicas opuestas, concepciones opuestas de verosimilitud, quees la marca de lo real maravilloso o de lo fantástico. Como se verá, la alegoría tiene lugar cuandolo siniestro y lo insólito, el elemento unheimlich identificado modernamente con lo mágico, se havuelto, él mismo, heimlich: familiar, previsible, en efecto inevitable.El vuelo del tigre, de Daniel Moyano, comenzada en Argentina y terminada durante elexilio español del autor, relata la historia de la ocupación de Hualacato por “los Percusionistas”,de los que el lector no sabe nada más que las reglas que imponen sobre la familia de los Aballay.En uno de los múltiples paralelismos entre la fábula de Hualacuato y la historia de Argentina, elnarrador afirma que “No es la primera vez que vienen. En cuarenta años el viejo los ha visto llegaren caballos, en camiones, siempre de noche”. 115 Los Percusionistas toman las calles, imponen ley113 Benjamin, Ursprung, 353.114 Silviano Santiago presenta una crítica enfática de este entendimiento simplista del papelde la censura, en “Repressão e Censura no Campo das Artes na Década de 70”, en Vale QuantoPesa: Ensaios sobre Questões Político-Culturais (São Paulo: Paz e Terra, 1982), 47-55.115 Daniel Moyano, El vuelo del tigre (Barcelona: Plaza y Janés, 1984), 15. Las referencias

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