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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 373.6 millones de ejemplares en un año, fenómeno obviamente inaudito en América Latina, quizáscon la excepción de Cuba. Después del golpe los medios se dedicarían a una demonizaciónsistemática del legado letrado de la Unidad Popular. Como señala Jaime Collyer, Chile fue “unode los pocos países donde proliferó la auténtica quema de libros y la reducción de la actividadeditorial a su mínima expresión”. 64 El número de títulos publicados en Chile crececonsistentemente bajo Allende, llegando a 719 en 1972; después del golpe, declinaría año trasaño, alcanzando el record mínimo de 244 en 1979. 65En Chile “no hubo, desde luego, una cultura oficial, como la que se conoció en la Españade Franco o en la Italia fascista”. 66 El régimen de Pinochet nunca creó intelectuales orgánicos, ano ser que consideremos intelectuales a los monologadores histéricos sobre Dios, la familia y latradición, o aun a los funcionarios técnicos importados de Chicago a partir del final de los 1970.Ni un solo pensador de relevancia sirvió a la dictadura de Pinochet de forma decisiva. No es esteel caso, por supuesto, en todas las dictaduras: además de los ejemplos español e italiano, sepuede mencionar el Brasil, donde el régimen sí contó con intelectuales como Roberto Campos oGilberto Freyre. El estado dictatorial chileno operaría culturalmente a través de la imposición deuna verdadera pasión por el consumismo, privatización absoluta de la vida pública, obsesionescon el éxito individual y horror por la política y la iniciativa colectiva, todo ello fundamentado,según la afortunada expresión de José Joaquín Brunner, en una “cultura del superego”. 67 Controlsobre la gente, libertad para las cosas, especialmente para el capital y las mercancías. El discursodel régimen se alimenta, en ese momento, de tres fuentes básicas: 1) la geopolítica de la Doctrinade Seguridad Nacional - la sociedad chilena sufría de una enfermedad y algunas partes de esecuerpo tenían que ser “amputadas”; 2) el catolicismo conservador - Chile, en su “esencia”,pertenecía al abanico de naciones occidentales cristianas; 3) el populismo nacionalista - el pueblochileno era por naturaleza dócil y amante de la paz. Este complejo ideológico encontró sucontrapartida económica en el neoliberalismo monetarista, en la “libertad” de reestructurar cadarincón de la vida social de acuerdo con la lógica del mercado.La esfera cultural presenció la retirada del estado de su papel anterior de patrocinador.En lugar de él, pasaron a operar fundaciones privadas con el propósito de mejorar la imagenpública de sus respectivas corporaciones a través de la promoción de becas y concursos. Eledificio ideológico oficial, sin embargo, funcionaría primordialmente a través de los medios decomunicación de masas. Empezando en 1973 con el bombardeo de las emisoras de radio de laUnidad Popular y la ocupación por el ejército de la Televisión Nacional, pasando por la64 Jaime Collyer, “De las hogueras a la imprenta: El arduo renacer de la narrativa chilena”,Cuadernos Hispanoamericanos 482-3, vol.2 (1990), 126.65 Subercaseaux, Industria, 80.66Carlos Orellana, “La cultura chilena en el momento del cambio”, CuadernosHispanoamericanos 482-3, vol. 2 (1990), 50.67 José Joaquín Brunner, “Entre la cultura autoritaria y la cultura democrática”, Un espejotrizado: ensayos sobre culturas y políticas culturales (Santiago: FLACSO, 1981), 87.

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