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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 40a sus otros posibles usos o actualizaciones, incluso por el mismo Perón. Tal esencia del peronismose vislumbraba como la semilla o la potencialidad de un movimiento nacional anti-imperialista.Esta percepción se refuerza progresivamente al demostrarse falsas, en los sesenta y setenta,antiguas predicciones respecto a la debilitación o desaparición del peronismo tras su evacuacióndel aparato estatal. Una parte importante de esta remodelación la llevó a cabo el grupo deactivistas intelectuales (algunos expulsados del Partido Comunista) fundadores de Pasado ypresente, una revista cuya reevaluación del peronismo inequívocamente situaba el liberalismo alotro lado de la barricada como el enemigo común. Al incorporar nuevos desarrollos de lasciencias humanas, y al establecer un modelo nacional-popular influido por Gramsci (en el cual serepensaba positivamente el peronismo), Pasado y presente fue, en muchos sentidos,paradigmática de la trayectoria de la izquierda argentina en ese período.El drama de la intelligentsia no era únicamente argentino, pero sin duda fue más profundoallí que en ninguna otra parte de América Latina: ¿cómo concebir su propio papel en unmovimiento populista caracterizado por el más estrecho anti-intelectualismo? La mayoría de lossectores progresistas argentinos se acercaban a la discusión central de los sesenta - la relaciónposible o deseable entre los intelectuales y las “masas” - alimentando una profunda sospecha dela reflexión teórica e ignorando el mesianismo que ya ganaba espacio en la izquierda. Talmesianismo cumplía, fundamentalmente, el papel de solventar las contradicciones entre la teoríadel intelectual orgánico y su inserción en un movimiento que parecía negar toda forma demediación intelectual. Lo que permaneció invariable en ambos momentos del itinerario de laintelligentsia progresista, como Silvia Sigal ha señalado en un perspicaz análisis, fue su naturalezareactiva: “En verdad pasaron... de una unidad negativa a otra, del antiperonismo al rechazo delantiperonismo gubernamental [del liberal Frondizi]”. 72 La aproximación al peronismo implicabauna renuncia creciente a todas las formas de mediación democrática: “Enfrentados en casi todo, laizquierda revolucionaria y el peronismo tercermundista coincidíamos sin embargo en unacaracterización de la institucionalidad democrática como institucionalidad formal. Y a partir de eseadjetivo construíamos una cadena: formal-aparente-engañoso-falso”. 73 Hay un sentido,naturalmente, en el que la institucionalidad democrática sí había sido falsa en Argentina, aunquesólo sea porque siempre estaba al borde de ser derrocada de nuevo. Es de notar, sin embargo,cómo una gran fracción de la izquierda de hoy ha llevado a cabo una autocrítica de sus posicionesanteriores. Lo que aún está por ver es hasta qué punto el rechazo retrospectivo de lamilitarización setentista de la política los llevará a un simple abrazo de la democracia liberal comoobjetivo último en sí mismo.Tal hiperpolitización tuvo lugar, no hay que olvidarlo, al mismo tiempo que el boomliterario conquistaba una cierta América Latina, continente en proceso de ser reconstruido a laimagen, en gran parte, de ese mismo boom literario. Es imperativo tener presente esta complejadialéctica. En Argentina - bueno, en realidad en Francia, pero sin duda escribiendo desde latradición argentina - Cortázar se convertiría en el enlace con dicha dimensión latinoamericanista1991), 153.72 Silvia Sigal, Intelectuales y poder en la década del setenta (Buenos Aires: Puntosur,73 Beatriz Sarlo, “El campo intelectual”, 98.

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