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alegorias.pdf

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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 143Iluminada siguiendo la masa anónima de cuerpos en la plaza. La “seducida” (32), L. Iluminada,“al conquistar es conquistada” (32). El texto se interrumpe y el lector encuentra repentinamente elsegundo capítulo, un interrogatorio policial bajo dictadura. La plaza regresará al fin y elmovimiento final de la novela -- el capítulo diez de este “decamerón invertido” 241 -- concluye alalba, con la imagen de L. Iluminada cortándose el pelo en una plaza vacía y amargamente fría enque ya no están presentes los desposeídos. “Todo ha sido un ensayo. La iluminación es sólo poruna noche.” 242En el segundo capítulo, mientras que el lenguaje del inquisidor da vueltas a la lógica einterroga a un hombre sobre su sospechosa presencia en la plaza con los mendigos, Eltit proponeuna relación analítica y anti-catártica con el absurdo de la conversación. No surgen explosionesde identificación; toda la violencia ha sido trasladada a la bestialidad del lenguaje del inquisidor.Las redundancias, contradicciones lógicas y repeticiones contribuyen a enmarcar la escena para ellector, que se ve forzado a dar un paso atrás al final del interrogatorio, cuando el texto setransforma en guión de cine: “telón de fondo, escena sobre escena: interrogador e interrogado”(47). Cinco capítulos después, el interrogatorio regresa, ahora acerca de un efímero contactomantenido por este hombre con L. Iluminada en la plaza. Aquí, el interrogatorio termina otra vezcon la afirmación de que “se encenderá la luz de la plaza. Seguirá el espectáculo” (138), mientrasla ciudad asume ese inevitable aspecto de normalidad tan propio de los momentos peores,verdaderamente terroríficos.Los que hablaron de oscurantismo y hermetismo en Diamela Eltit en tono acusatoriorecibían al menos el impacto de una cuestión real: se trata, sin duda, de un texto ilegible, noexactamente en el sentido común y corriente, sino en la acepción barthesiana de lo que ya nopuede ser leído, sólo escrito, el texto escriptible. A lo largo de la novela, con la posible excepciónde los interrogatorios policiales - capítulos 2 y 7, escritos en un castellano desmetaforizado,totalmente reducido a la desnudez de su lógica circular -, Eltit somete el lenguaje a unadesanecdotalización que desafía toda paráfrasis. Uno puede intentar rescribir Lumpérica, perono leerla con aparatos hermenéuticos de inspección de una profundidad simbólica. Eltit pertenecea una tradición -- para simplificar un problema inmenso, llamémosla la tradición barroca -- parala que no hay ninguna reserva de sentido no traducida en la exterioridad del lenguaje. Talsaturación de todo el horizonte de sentido del texto por la pura materialidad de la letra en lapágina, lleva el texto de Eltit al límite de una calculada eliminación de lo anecdótico y lonovelístico en pro de lo poético en sí. Nótese, en los siguientes fragmentos (cada uno de loscuales aparece aislado en una página), cómo se condensan lo orgíastico (vac/a-nal), loescatológico, lo animalesco (mugir, vaca) y lo femenino (muge/r) para ofrecer una imagen del rocede cuerpos en la plaza:formaMuge/r/apa y su mano se nutre final-mente el verde des-ata y maya se erige y vac/a-nal suAnal’iza la trama=dura de la piel: la mano prende y la fobia es/garra.241 Kadir, 185.242 Brito, 198.

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