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www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 184histórica. La cuestión del exilio, por muy crucial que sea, no es fundante respecto de la crisis de lopropio y la disolución de la morada, sino que es una manifestación particular de éstas. 306La cuestión de lo propio regresa en un capítulo titulado “Fenomenología”, en el que serelata la experiencia de una lectura colectiva de Hegel en México. En París ella había compradola legendaria traducción y el largo comentario de Hyppolite, siguiendo la sugerencia de un amigo aquién había preguntado qué comprar con unos pocos francos y ante la posibilidad de no podercomprar otro libro en los próximos treinta años. Así comienza la odisea de lo que será despuésbautizado como “un viaje de treinta años” por la Fenomenología del espíritu:Comenzamos a leer y a transitar los treinta años com mis amigos mexicanos.Leíamos la traducción francesa y de manera casi simultánea recurríamos a la versióncastellana del Fondo de Cultura. Leíamos en dos libros e íbamos después al tercero, alde Hyppolite . . . Ninguno de los tres poseía ningún saber, éramos tan cándidos comoimprevisiblemente astutos porque de pronto, sin tener competencia para asimilar el texto,cada uno por su lado creía entender todo.El texto se nos escapaba y se nos entregaba con alternancias; había lecturas enlas que entrábamos en él y salíamos de él como delfines en el mar, regocijándonos conestas inmersiones y acrobacias, convencidos de que asíamos la quintaesencia; pero aveces el fragmento elegido era como una roca de laderas inabordables por las queresbalábamos hasta caer en la estolidez y el vacío. La lectura era de otra cosa, era unaespecie de droga que nos remontaba y hacía volar; frase a frase agarrábamosmaterialmente las palabras y no sé por qué extraño poder esas palabras, más allá delconcepto, asidas en su puro decir, nos producían una profunda congoja. En esas tardespasábamos de un desfiladero a otro de la gran roca y la sustancia que palpábamos era eldolor del descubrimiento. No habremos traspuesto las primeras cincuenta páginas de laFenomenología, sin contar las remisiones a Hyppolite, pero tengo la impresión de queesas sesiones fueron ceremonias a nuestra medida de una intensa revelación del Espíritu,una epifanía “filosófica” luego de la cual pudimos llegar, de una manera irrepetible, alconocimiento, a un conocimiento (144).Es muy apropiado que sea la Fenomenología de Hegel el texto que la tiene ocupada en el exilio,periodo durante el cual teje y cose más que lee o escribe. Su experiencia de lectura resume elprincipio hegeliano de agarrar la verdad en el corazón mismo del error. En su situación, así comoen el trabajo de lo negativo en Hegel, “la vida del Espíritu no es una vida que se encoge ante la306 La metáfora de la casa regresa en “La casa está en orden”, un ensayo inédito en el queMercado reflexiona sobre “el día después” en Argentina, su choque ante la proliferación deeufemismos en referencia al régimen militar (la desaparición de las palabras “genocidio” y“aniquilación”, la sustitución de “dictadura militar” por “Proceso”, el término escogido por losdictadores), pasando por la victoria gradual del olvido sobre la memoria en las leyes conocidas como“obediencia debida” y “Punto final”, hasta la reorganización de la esfera literaria en la postdictadurasiguiendo los valores impuestos por el mercado.

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