www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 20un lado, al arte y la literatura como “portadores privilegiados de la identidad nacional” que“permiten a ciertos grupos de individuos establecer normas de buen gusto dentro de la esferapública, excluyendo a otros” al testimonio, como la expresión de una “conciencia liberada de talelitismo”. 22 Junto al testimonio, se han propuesto argumentos similares respecto a pictografíasindígenas, la artesanía popular y los medios de comunicación de masas, como objetos dotados dela relevancia social que la literatura una vez tuvo. El creciente consenso es que “la literaturaparece haber cedido su posición crítica o haberse marginado”. 23 Operaré en muchos casosdentro de este consenso, aunque desplazándolo, espero, hacia otras comarcas.Si el objetivo es interrogar el locus de lo literario en la estela de las dictaduras, habría queempezar por una reevaluación del legado estético, cultural y político del boom hispanoamericano,hegemónico en el campo durante los sesentas y parte de los setentas. Saludable sería tomar ciertadistancia crítica respecto a caracterizaciones anteriores del fenómeno que, tributarias de ladescripción que hizo de sí mismo el boom en cuanto culminación estética de la literaturalatinoamericana y realización definitiva de todo su potencial de complejidad, dejaron de atender alos mecanismos de exclusión y al proyecto político subyacentes a la retórica de la ya no tansupuestamente liberadora que se atribuye, a posteriori, al testimonio. Una historización máscuidadosa observaría que no sólo para Garcilaso alrededor del año 1520, sino incluso para BaltazarGracián, más de un siglo más tarde, la “elocuencia y la buena escritura” que Beverley asocia con la“ideología de lo literario” (38) estaban rigurosamente circunscritas como retórica, y enconsecuencia sólo subsumibles bajo la literatura, en el sentido moderno, de un modo altamentedeformado. El problema es sin duda inmenso y volveré a él. Dos consideraciones importantes de latesis de Beverley se pueden encontrar en Alberto Moreiras, “The Aura of Testimonio”, The “Real”Thing: Testimonial Discourse and Latin America, ed. George M. Gugelberger (Durham: DukeUP, 1996), donde se señala y desmonta la tropologización retrospectiva propia de cierta operaciónredentora del testimonio, y Neil Larsen, Reading North by South: On Latin American Literature,Culture and Politics (Minneapolis y Londres: U of Minnesota P, 1995), donde se muestra cómo lacontracanonización del testimonio es la gran reafirmación de los valores modernizantes y esteticistasdefendidos por el boom, dado que el vanguardismo del boom tendría allí una reivindicación exclusivasobre lo literario en cuanto tal. Para un tratamiento atento de la historia de la categoría de letradoen Latinoamérica ver Angel Rama, La ciudad letrada (Hanover: Ediciones del Norte, 1984); parala genealogía más detallada de la noción de literatura en Hispanoamérica, a la cual volveréextensamente en este libro, ver Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en AméricaLatina: Literatura y política en el siglo XIX (México: Siglo XXI, 1989).22La primera cita es de “Postmodernism in the Periphery”, South Atlantic Quarterly 92(1993), 554. Las otras dos son de “Testimonio and Postmodernism”, Latin American Perspectives18 (1991), 20 y 26. En su trabajo más reciente Yúdice ha elaborado el estatuto de lo literario conformulaciones que desplazan la temática de la conciencia de manera productiva. En su crítica deFuentes y Paz, Yúdice muestra cómo la discusión política sobre la identidad puede llevar a lo que yollamaría una topología de fuerzas en la esfera pública, en la que la categoría de “conciencialiberada” estaría, presumiblemente, en cuestión. Ver su “Postmodernity and TransnationalCapitalism, “ in On Edge: The Crisis of Contemporary Latin American Culture, ed. GeorgeYúdice, Juan Flores y Jean Franco (Minneapolis y Londres: Minnesota UP, 1992), 11-5.23Jean Franco, “Remapping Culture”, Latin American Literary Review 20 (1992), 40.
www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía de la Universidad ARCIS 21“nueva narrativa hispanoamericana”. Pide examen, sin duda, dicho proyecto, especialmente suvoluntad de modernidad, manifiesta tanto ficcional como ensayísticamente. A través de unalectura de textos de Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y EmirRodríguez Monegal, se deslindarán aquí las conexiones entre una serie de recurrencias retóricas:1) el sistemático planteamiento de su propia literatura como consecución definitiva de lamodernidad estética de América Latina, en una narrativa evolucionista en la cual el presente surgecomo la inevitable superación de un pasado fallido; 2) el establecimiento de una genealogíaselectiva de la producción literaria anterior de América Latina que culmina, teleológicamente, en laincorporación de tal tradición al canon estético occidental; 3) la repetida asociación de lo rural aun pasado primitivo, preartístico y, en términos más estrictamente literarios, naturalista; 4) lacombinación de una retórica adánica - la retórica del “por primera vez” - con una voluntadedípica, según la cual el padre europeo se encontraría superado, rendido al hecho de que sushijos latinomericanos se han adueñado de su corona literaria.Más que un ataque al boom, empero, se trata de una lectura de sus condiciones deposibilidad. Éstas se sitúan en la modernización del campo intelectual y literario, sujeto a unasecularización y mercantilización que ponen en crisis el aura religiosa del letrado latinoamericano.Sería orgánico al boom un intento de restablecimiento del aura en un contexto posaurático en elcual la misma modernización demoledora de mitos compone una nueva, seductora y fetichistamitología. Dicha mitología recibe una de sus primeras y más consistentes formulaciones en Lanueva novela hispanoamericana, de Carlos Fuentes, quien, ya entonces novelistainternacionalmente reconocido, ofrece allí una narrativa en la que el boom emerge como laculminación de un proceso de maduración de la literatura latinoamericana. La estrategia discursivafundamental de Fuentes es la construcción de una genealogía en la que el presente invariablementetoma la forma de un triunfo sobre el pasado fracasado. El pasaje de Sarmiento a Gallegos sedescribe como “el tránsito del simplismo épico a la complejidad dialéctica, de la seguridad de lasrespuestas a la impugnación de las preguntas”. 24 Las metáforas organicistas del progreso,desarrollo y crecimiento presiden ese recuento de la historia de la literatura latinoamericana, enuna nueva encarnación de la guerra santa librada por la civilización - el presente triunfante - contrala barbarie pasada. La novela de la revolución mexicana había impuesto, defiende Fuentes, un“primer cambio cualitativo” al eliminar “nuestro catálogo primitivo de villanos”. 25 La nuevanarrativa representaría el momento en que “por primera vez, nuestras novelas saben reír”,mientras que los personajes de Julio Cortázar se definen como los “primeros seres en la novelalatinoamericana que simplemente existen, son, hacen y se dejan hacer, sin ataduras discursivas al13.24Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana (Mexico: Joaquín Mortiz, 1969),25Fuentes, 14. Podemos ver la misma lógica en la siguiente afirmación: “Los de abajo, Lasombra del caudillo y Si me han de matar mañana..., por encima y más allá de sus posiblesdefectos técnicos y a pesar de sus restos documentales, introdujeron una nota original en la novelahispanoamericana: introdujeron la ambigüedad” (13). Una vez más, la concepción de que la historiase despliega en una mejora gradual.