LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
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Esos testimonios, por importantes que fuesen, no condujeron a la adopción de<br />
las medidas que reclamaban, sea porque los Iluministas tuviesen inteligencias en el<br />
propio seno del tribunal, sea porque el apartamiento de Weishaupt llevó a creer<br />
que la secta, estando decapitada, desaparecería por sí misma.<br />
Fue necesario, dice Barruel, que el cielo interfiriese. Depuesto de sus funciones,<br />
Weishaupt se había refugiado en Ratisbona, más decidido que nunca a continuar<br />
su obra. El tenía junto a sí un sacerdote apóstata, llamado Lanz. En el momento en<br />
que él le trasmitía sus instrucciones, antes de enviarlo para llevar a la Silesia sus<br />
misteriosas y funestas maquinaciones, un rayo cayó sobre ellos y Lanz murió al<br />
lado de Weishaupt 1 .<br />
El pavor no dejó a los conjurados libertad de espíritu suficiente para substraer<br />
a los ojos de la justicia los papeles de los cuales Lanz estaba encargado. La lectura<br />
de esos documentos recuerda los testimonios de Cosandey, de Benner, de Utschneider<br />
y de Grümberger, y resolvió investigar entre aquel que se sabía haber tenido<br />
ligaciones más estrechas con Weishaupt.<br />
El 11 de octubre de 1786, en el momento en que Xavier Zwack, consejero palaciano<br />
de la regencia – llamado Caton en la secta - se juzgaba al abrigo de cualquier<br />
busca, los magistrados se encaminarían para su casa de Landshut. Otros, al mismo<br />
tiempo, descendieron al castillo de Sanderstorf, que pertenecía al baron de Bassus –<br />
Annibal para la secta. Esas visitas colocaron la Justicia en la posesión de los estatutos<br />
y de las reglas, de los proyectos y de los discursos, en una palabra, de todo lo<br />
que constituía los archivos de los iluministas. En las notas, en su mayoría escritas<br />
en código por Massenhausen, consejero de Munich – llamado Ajax por los conjurados<br />
– se encontraron recetas para hacer la Acqua toffana, para hacer insalubre el<br />
aire de los apartamentos, etc. El arresto abarcó igualmente, una colección de ciento<br />
y treinta sellos de soberanos, señores, banqueros, y el secreto de imitar a aquellos<br />
de los cuales la orden no podía disponer.<br />
La conspiración de Weishaupt se mostró tan monstruosa en esos documentos,<br />
dice Barruel, que con dificultad se podía concebir que toda la perfidia humana<br />
hubiese bastado para prestarse a eso.<br />
El elector mandó depositar los documentos confiscados en los archivos del Estado.<br />
Quiso al mismo tiempo, advertir a los soberanos del peligro que a todos<br />
amenazaba, a ellos y a sus pueblos. Mientras tanto, los mandó imprimir bajo el<br />
1 Barruel da aquí por referencia, Apologie des Illuminés, p. 62.<br />
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