LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
LA CONJURACION ANTICRISTIANA - AMOR DE LA VERDAD
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
lido por la oposición de un pequeño número, que la mayoría ultrapasa en grado<br />
tan elevado? ¿Por causa de ellos privaréis a Francia y a la autoridad pública de las<br />
grandes ventajas que le propician el restablecimiento completo de la religión católica?”<br />
Nada de eso fue hecho; y el Papa, para evitar un mal mayor, tuvo que ceder a<br />
la voluntad de Bonaparte 1.<br />
La cuestión era de importancia capital. Emile Olivier exagera cuando expresa<br />
la opinión de que ese artículo del Concordato consagraba la separación entre la<br />
Iglesia y el Estado, que se reclama hoy, dice él, como si ya no hubiese sido hecha<br />
hace un siglo. Lejos de consagrar el principio de la separación, el Concordato sanciona<br />
la unión bajo un modo nuevo. Es verdad que la religión católica no es más la<br />
religión del Estado. Pero, a pesar de menos íntima, menos ventajosa para la Iglesia<br />
de que el antiguo orden de cosas, esta que, por el Concordato, la substituyó, no es<br />
de otra naturaleza. Ella mantiene lazos con el Estado, y lazos obligatorios. El Concordato<br />
conservó intactos los principios, ella no consagró la separación, “el dogma<br />
religioso de la Revolución Francesa”.<br />
Pero la Revolución, que quiere la separación, que la ve en todas partes, la<br />
preparó desde entonces en Francia, tanto cuanto estaba en ella hacerlo.<br />
Los Estados separados de la Iglesia y la Iglesia romana privada de la soberanía<br />
temporal, tales son las dos preocupaciones más constantes de la francmasonería,<br />
el doble objetivo de sus más continuos esfuerzos. Para vencer la resistencia<br />
de la Iglesia, es preciso que primeramente Ella esté sin punto de apoyo sobre la<br />
tierra.<br />
Con ese objetivo fueron hechos esfuerzos para rebajar al catolicismo en Francia<br />
al nivel de una religión cualquiera, de disminuir su prestigio y su fuerza, de<br />
humillar al clero y paralizarlo. El retorna a Francia, pero no forma más un Orden<br />
dentro del Estado, no tiene más ningún derecho en cuanto cuerpo, no pasa de una<br />
colección de individuos que luego no se distinguirán de los otros sino por el hecho<br />
de sufrir más vejámenes y ultrajes. Incluso ni es más propietario. Sabemos a que<br />
punto la propiedad es necesaria a la independencia; el clero no la tendrá más. Sus<br />
bienes, por más legítimos que fuesen, no le serán devueltos; él será reducido a la<br />
1 En un comunicado llevado al conde de Chambord por de Vaussay, el Cardenal Pie no pedía para el catolicismo<br />
la calidad de “religión del Estado”, sino esta declaración: “La religión de catorce siglos en el pasado y de<br />
treinta millones de ciudadanos en el presente, es la religión del país y de sus instituciones”.<br />
Página 132 de 206